En esta mañana transitó por los micrófonos de El Puente María Camila Rubiano, estudiante de agroecología y quien realizó sus prácticas profesionales en un resguardo indígena llamado Inga, ubicado en la región de Putumayo, aunque también se ubican en grandes concentraciones en Aponte, departamento de Nariño, en el departamento del Cauca y en centros urbanos como Bogotá y Cali. “Esta comunidad comparte rasgos culturales y organizativos con el pueblo Camëntsá; sin embargo, mientras éste se dedica principalmente a actividades agrícolas, el pueblo Inga tiene una tradición viajera y un espíritu comerciante. Son ampliamente conocidos por su patrón de movilidad alta, habilidad artesanal, conocimientos chamánicos y poderes curativos”[1].
María Camila, tuvo la oportunidad de acompañar durante cinco meses esta comunidad mediante un ejercicio pedagógico y agroecológico, en el cual se vio vinculada con varios procesos que enriquecieron su perspectiva y su quehacer como futura profesional.En este contextoMaría Camila también pudo percibir algo de la problemática en términos de violencia armada que atraviesa este sector. En el Caquetá, donde se evidencia un total abandono por parte del Estado y en donde la única autoridad fue siempre ejercida por la guerrilla, la llegada de otros grupos armados significaba un peligro inminente que llenaba de miedo a sus habitantes. Con la llegada de los paramilitares y las diferentes acciones del Ejército Nacional, las condiciones de vida, en términos mínimos de garantías, se agrietaron considerablemente.
A propósito, María Camila mencionó el papel de los medios de comunicación, ya sea para ocultar, o ya para tergiversar los hechos que realmente ocurren e invisibilizar a todos los responsables. Sin querer excusar las acciones guerrilleras ni muchos menos, hay que mencionar que la cifra de víctimas a causa del ejército Nacional y los paramilitares fue incluso superior comparada con la de las FARC. En este sentido, un análisis crítico junto con un buen uso de los medios alternativos de información se convierte en un imperativo para la ciudadanía y en principio de cualquier acción ético-política.
Por otra parte, Camila habló sobre la importancia de la naturaleza para las comunidades indígenas y las formas de resistencia que utilizan frente a las diferentes intervenciones estatales que quieren intervenirla para explotarla. En una era de acumulación del capital con base en la explotación, una filosofía de vida que respete al otro y a lo otro como estas, puede resultar más revolucionaria que ciertas posturas anarquistas que luchan en este sentido. Investigar sobre el saber ancestral y ponerlo en diálogo con los desafíos contemporáneos para trazar posibles caminos de lucha y resistencia.
Fue en este sentido que Camila se incorporó a un grupo de estudio centrado en la investigación participativa, acompañando un proceso de reconstrucción de la memoria histórica de esta comunidad a partir de los procesos de creación de objetos autóctonos. Luego de esta gran experiencia, llego a Bogotá con la idea de motivar a sus compañeros para que se involucren con este tipo de procesos que, como lo aseguró, ayudan al crecimiento tanto personal como profesional. Contagiar a otros para que tengan la iniciativa de conocer otros tipos de experiencias que enriquecen la vida desde los diferentes campos de práctica que ofrece la universidad; sobre todo, desde aquellos que han sido sistemáticamente ignorados por las políticas estatales yrelegados de la memoria colectiva.
[1] Ministerio de Cultura: República de Colombia. Ingas, el pueblo viajero. Disponible en: http://observatorioetnicocecoin.org.co/cecoin/files/Caracterizaci%C3%B3n%20del%20pueblo%20Inga.pdf
Conducen: Valkyria Bernal (Estudiante de Pedagogía Infantil) y Cristian Bastidas (Estudiante de Comunicación Gráfica).