Septiembre es el mes patrio para los mexicanos, las banderas tricolor se asoman en las calles, un ambiente festivo se espera. Sin embargo, el pasado 7 de septiembre el panorama cambió. Siendo las 11:49 p.m. un terremoto con magnitud de 8,2° en la escala de Richter, sacudió al país. Fue catalogado el de mayor magnitud desde el año 1932, incluso se sintió en Guatemala. Gran parte del territorio mexicano se encuentra en la zona sísmica más activa del mundo, ‘el cinturón de fuego’ en el océano pacífico, allí hay cinco placas tectónicas interactuando. En la región costera entre Jalisco y Chiapas han ocurrido los sismos más grandes.
Hasta el momento se han reportado más de 600 réplicas. El fuerte temblor causó la muerte de 61 personas y más de 200 resultaron heridas. El municipio de Juchitán de Zaragoza en Oaxaca, fue uno de los más golpeados.
Fotografía: VoaNoticias
En la actualidad, existen mejores códigos y protocolos urbanísticos, comprobando que aquellas edificaciones con lineamientos de construcción adecuados soportan terremotos. Lastimosamente esta práctica no se ha extendido al resto del país, especialmente a las regiones con mayor índice de pobreza y exclusión.
Esa noche en la Ciudad de México, a unos 1000 kilómetros del epicentro, millones de personas con temor recordaban el sismo de 8.1° registrado el 19 de septiembre de 1985 que afectó al centro del país, siendo la Ciudad de México, la más damnificada. En ese evento se cuantificaron 20 mil muertos.
Afortunadamente el reciente sismo con profundidad de 58 kilómetros en el océano, tuvo menor intensidad que el de 1985, año en el que se produjeron movimientos de gran interés para la ingeniería sísmica. De acuerdo con el informe conjunto de grupos expertos norteamericanos y mexicanos “Todos los terremotos cual sea el territorio en que ocurran, dan oportunidad de adquirir información aplicable. Observar y aprender de los trágicos experimentos que somete la naturaleza a edificios y estructuras. Son acciones necesarias para mejorar las prácticas dirigidas a la atenuación de los peligros en eventos futuros”.
Las lecciones aprendidas
En diciembre de 1985 los expertos constituyeron una agenda para sacar lecciones y sobre todo oportunidades de investigación en torno al terremoto de aquel año. Se identificaron siete áreas de interés común: movimientos del terreno, problemas geotécnicos y de cimentación, comportamiento de las estructuras, ingeniería de redes de infraestructura, reparación y restablecimiento, prevención y atenuación de desastres y problemas arquitectónicos.
Uno de los resultados de grandes esfuerzos de investigación, lo constituye el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX) desarrollado en el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES) una asociación civil no lucrativa fundada en junio de 1986. Con el patrocinio de las autoridades de gobierno de la Ciudad de México, el apoyo de investigadores del Instituto de Ingeniería de la UNAM y el Centro de Investigación Sísmica de la Fundación Javier Barros, se desarrolló a partir de 1989 el sistema pionero a nivel mundial en brindar el servicio de Alerta Sísmica a la población de forma automática.
El CIRES también investiga y desarrolla sistemas digitales de medición y registro accesibles, para conocer y analizar el comportamiento dinámico de suelos y estructuras sujetos a la acción de sismos, como son: El Registrador Acelerométrico Digital (RAD), y el Sistema Acelerométrico Digital para Estructuras, (SADE).
¿Cómo funciona la Alerta Sísmica?
Es un recurso tecnológico que se implementó para comunicar la ocurrencia de un fenómeno natural. Es un sistema complejo que puede analizarse agrupándolo en estaciones sensoras de campo, estaciones repetidoras, estación central de registro y sistema de difusión de alertas.
Si se detecta un sismo durante los primeros segundos de su desarrollo, mediante un conjunto de estaciones sensoras de campo autónomas, cada estación envía información descriptiva de la magnitud del sismo detectado por medio de un sistema dual de radiocomunicación disponible las 24 horas.
La función del sistema consiste en generar una alerta sísmica que se envía a la población vulnerable segundos antes de la llegada de un sismo. Los sensores ubicados en el eje neovolcánico en los estados de Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Puebla; calculan parámetros de peligro que permiten pronosticar si un sismo amerita ser alertado, pues no se activa con un sismo menor o para movimientos fuera de la cobertura geográfica. Los parámetros son transmitidos por radio a sistemas de cómputo ubicados en las ciudades.
Mensajes de alerta: segundos que salvan vidas
El sonido de la Alerta Sísmica avisa con anticipación que va a ocurrir un sismo moderado o fuerte. Se difunde a través de radio AM- FM Y TV. Se han distribuido 90.000 radio receptores en las ciudades que difunden la alerta. En la Ciudad de México se puede escuchar a través de los altoparlantes ubicados en las calles de la capital y diferentes instituciones. La respuesta del público y la interpretación puede diferir con base en sus propias interpretaciones por lo que la meta es hacer que todos escuchen la alerta, entiendan lo que se dice, lo crean, tomen buenas decisiones y actúen oportunamente.
¡El sistema funciona!
En la transmisión del noticiero ForoTv se evidenció la eficiencia de la alerta, a pesar del aviso, el presentador no evacuó oportunamente y esperó a sentir la fuerza de la naturaleza. Las cámaras externas capturaron durante el sismo las luces resplandecientes en el cielo. Según Friedemann Freund, científico de la NASA, el fenómeno conocido como “triboluminiscencia” se da por el fuerte movimiento de las placas tectónicas y los desplazamientos entre las grietas producen energía que sale en forma de descarga eléctrica.
Aproveche la alerta, tome decisiones oportunas
Es importante entender que el grado de eficacia del sistema dependerá no sólo del equipamento tecnológico, sino también de la reacción oportuna a las señales de alerta y la ejecución de planes de prevención, pues finalmente la alerta sísmica funciona para que cada persona disponga de un tiempo previo al temblor e inicie procedimientos de seguridad como suspender actividades, cerrar llaves y válvulas, abrir puertas de emergencia y concentrarse en lugares de menor riesgo.
“Saber qué hacer en esos segundos es una meta que genera un proceso social. Sin embargo para que se genere este proceso, es necesario que el desarrollo tecnológico sea concebido y estructurado integralmente, de manera que pueda ser aprovechado en todo su potencial” destacó Elia Arjonilla de la Direccion General de Divulgación de la Ciencia UNAM, en la evaluación desde una perspectiva sociológica.
El 7 de abril de 2017 “En Medio del Trancón” dialogamos con el Ingeniero Juan Manuel Espinosa Aranda, director del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico, acerca del funcionamiento del SASMEX y la posibilidad de implementar dichos instrumentos en otros países de América Latina.
Este artículo fue publicado originalmente el 9 de septiembre de 2017.