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Centenario lleno de esperanza y fe por la renovación interior de los colombianos

Celebración del centenario de la coronación canónica de la advocación de Nuestra Señora del rosario de Chiquinquirá, patrona de los colombianos.

Cuando en Colombia las situaciones se ponen realmente difíciles, los católicos recurren a una oración que data del siglo XI, y es el salterio dedicado a considerar la vida, muerte y gloria de Jesucristo, unidas a la recitación del Avemaría, y que le fue indicado por la misma Señora a Domingo de Guzmán, que hacía parte de la Orden de los Predicadores, hoy Dominicos.

Esta hermosa tradición piadosa llegó a las Américas de manos de los religiosos y sacerdotes y se fue instaurando en diferentes regiones como la advocación de Nuestra Señora del Rosario que en la actualidad es patrona de Colombia, de El Salvador, Argentina, Guatemala, Venezuela, y en infinidad de poblaciones y ciudades tanto en Europa como en América.

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En nuestro país su historia particular de Chiquinquirá se remontan hacia el siglo XVI, cuando el encomendero Antonio de Santana, mandó pintar una imagen de Nuestra Señora del Rosario en una manta de algodón, al pintor español residente en la ciudad de Tunja Alonso de Narváez . La tela es de formato irregular, es más ancha que larga y para que no quedasen espacios en blanco a ambos lados de la figura de la Virgen, el encomendero pidió que incluyeran las imágenes de San Andrés Apóstol y San Antonio de Padua uno a cada lado. Luego que recibió la imagen, acomodó el lienzo en un bastidor de madera y lo expuso en el altar de una modesta capilla en su casa. La técnica de la obra es al temple.

La pintura va de un lugar a otro, con los daños propios del tiempo, el descuido, el uso inadecuado al que fue expuesto, hasta que es rescatado por María Ramos, cuñada del difunto Santana, quien recoge el cuadro y le da un nuevo lugar. Es allí donde se hace el milagro de la renovación y del que es testigo la indígena Isabel junto a su pequeño hijo. Cuenta la historia que al pasar por el lugar donde estaba la pintura, le gritaron a María: “mire, mire Señora…”. Al dirigir su mirada al cuadro, la Virgen brillaba con resplandores y la imagen, que estaba irreconocible, se había restaurado con sus colores y brillo originales; los agujeros y rasguños de la tela desaparecieron. Desde entonces empezó la devoción a la advocación conocida como “Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá”

Lo verdaderamente interesante es que la devoción del canto de El Rosario, que recibió Santo Domingo de Guzmán, se propagó de forma amplia a partir de ese milagro obrado en una pintura que por su material de base y la técnica antigua de pintura aplicada, más los maltratos a los que fue expuesto, ya no debería de existir.

A la pintura con el tiempo se le han agregado algunas piezas en plata y oro como las coronas a la Virgen y al Niño, un cetro y otros recordatorios que hacen referencia a la iglesia católica colombiana y al país en general.

Esta misteriosa realidad del cuadro ha motivado reconocimientos pontificios, así el papa Pío VII la declaró patrona de Colombia en 1829, con una fiesta litúrgica propia. Pío X otorgó a la imagen una coronación canónica el 9 de enero de 1910. Benedicto XV prorrogó el decreto el 9 de julio de 1919. Pío XI elevó su santuario a una basílica menor en 1927.

Tomando como referencia el día de su coronación, el 9 de julio, se declara la fiesta de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Reina de Colombia.

Son muchas las historias que se entretejen de milagros dados por Dios gracias a la intercesión de la Virgen a los piadosos peregrinos que han llegado hasta sus diferentes santuarios, el actual es la Basílica ubicada en la ciudad que le complementa el nombre de su advocación, Chiquinquirá.

En más de una ocasión se le ha llevado en peregrinación pidiendo su auxilio, casi siempre por la paz en el territorio nacional y entre los colombianos. La más reciente fue su traslado a Bogotá con ocasión de la visita del papa Francisco en el 2017 quien le pidió “Que cese la violencia y la guerrilla. Que progrese y se consolide el diálogo y se inaugure una convivencia pacífica. Que se abran nuevos caminos de justicia y de prosperidad”..

Para el año de 1986, San Juan Pablo II visitó la Basílica y consagró Colombia a la Virgen María, pidiendo que conceda “el don inestimable de la paz, la superación de todos los odios y rencores, la reconciliación de todos los hermanos”.

Chiquinquirá seguirá siendo ese santuario mariano donde los colombianos le pedimos la misericordia de Dios para un país que conmemora su bicentenario en una realidad de violencia, injusticias de todo orden y de luchas por un poder terrenal que se ha manifestado en las peores prácticas de la avaricia y el odio. En esta fecha del centenario de la coronación y patronazgo de la Virgen del Rosario solo queda rogar a traves de su oración del rosario, por la transformación interior de todos los que vivimos en esta esquina del planeta llamada Colombia.

| Nota del editor *

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