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Ciudad Verde, patrimonio natural de Soacha, en constante transformación

Este macroproyecto habitacional contempla la construcción de 42.000 soluciones de vivienda.

Por: Leydi Katerine Fernández Fernández
Sigifredo Mora, habitante del municipio de Soacha en Cundinamarca, es un importante y reconocido historiador y cronista; conocedor, como pocos, de la memoria y de los antepasados soachunos. A partir de sus vivencias, de sus experiencias y de la recuperación de las tradiciones orales, nos presenta una mirada de cómo era el territorio en donde hoy se levanta Ciudad Verde, uno de los macroproyectos urbanísticos más grandes del país.  

“Este territorio era considerado como patrimonio cultural, además era un asentamiento indígena. Estaba conformado por fincas y haciendas como La Chucuita Vargas, Canoas y Sáenz y Malachí. El resto del territorio eran bañados, es decir humedales”, recuerda Sigifredo Mora.

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Panorámica de una de las antiguas haciendas de Ciudad Verde. Foto: Archivo Soacha Histórica.

Los dueños de estas haciendas eran negociantes de ganado, reses, cerdos y chivos; y tenían una empresa para la producción de leche, llamada ‘La Campiña’. Así mismo, sacrificaban estos animales para comercializar su carne y llevarla a Bogotá y, además, utilizaban las pieles para procesos de curtido y producción de cuero.

La voz de este historiador soachuno se entrecorta y su rostro refleja tristeza cuando asegura que, “estas haciendas fueron desapareciendo después de que los dueños fallecieron y sus descendientes no demostraron interés por estos bienes y por la conservación de estos extensos terrenos”; además agrega, “esta época, de muchas tradiciones y costumbres fue la que le dio brillo y esplendor a la Sabana de Bogotá”.

Así eran algunos de los terrenos en los que hoy en día se levanta Ciudad Verde. Foto: Archivo Soacha Histórica.

Los herederos de estas tierras vendieron las haciendas para que allí se desarrollaran proyectos urbanísticos. Actualmente, en este sitio, se encuentra el complejo habitacional Ciudad Verde, una ciudadela en la que se espera construir cerca de 42.000 apartamentos, la mayoría de ellos de interés social y prioritario.  

Este macroproyecto, que se formalizó en el año 2012, posee una extensión de 328 hectáreas. Está ubicado en el occidente del municipio de Soacha y limita con la localidad de Bosa, de la ciudad de Bogotá.

Tiene 57 hectáreas de zonas verdes, nueve kilómetros de ciclorrutas y parques públicos, enfocados en diversas temáticas: parques para mascotas, parques culturales y parques de lectura; en estos últimos se busca incentivar un acercamiento con la literatura, además, conformar y establecer una red de bibliotecas. Otro de los proyectos que se ha venido implementando es el de un museo a cielo abierto.

Cada uno de los conjuntos de apartamentos lleva el nombre de una flor, ya que la idea de los constructores y de quienes han venido desarrollando el proyecto es que cada vez que se haga alusión a Ciudad Verde se piense en un jardín.

“Es una ciudadela única e ideal para vivir, diferente a otros proyectos que hay en el municipio. Los habitantes, tendrán una mejor calidad de vida, seguridad y libertad, con espacios urbanos de gran calidad, lugares limpios, puros y verdes. Las familias podrán progresar plenamente. Definitivamente es un sitio digno para todos los residentes”. Así recuerda, un habitante de Ciudad Verde, las promesas que las constructoras ofrecieron a los futuros compradores, hace algunos años.

Otro habitante del sector asegura que, de todas formas, “es un espacio fantástico, salgo de mi conjunto residencial y puedo respirar aire puro, caminar en un parque, ir a la montaña, desarrollar algún deporte, contemplar los paisajes, es eso lo que debemos realmente rescatar y lo que nos motiva a vivir aquí”.

Aspecto actual de una de las haciendas que aún se encuentran en Ciudad Verde. Foto: Leydi Katerine Fernández.

En el año 2010 se presentó una fuerte ola invernal que afectó el sector de Cazucá, Comuna 4 del municipio de Soacha, en dónde muchas personas perdieron sus viviendas. Debido a esto, se empezaron a construir los primeros conjuntos en Ciudad Verde, Acanto I y Acanto II.

Estas viviendas, de estrato 1 y 2, fueron gratuitas y destinadas para 600 familias damnificadas por la ola invernal, entregadas por la Presidencia de la República, la Gobernación de Cundinamarca y la Alcaldía del Soacha. Los integrantes de estas familias se convirtieron en los primeros habitantes de la ciudadela.    

Durante los primeros cinco años, estas familias estuvieron exentas de realizar cualquier pago por sus viviendas, pero pasado este tiempo, cuando ya la ciudadela se empezaba a urbanizar, pasaron a ser estrato 3 y debieron empezar a pagar los servicios públicos y la cuota de administración.

Transporte informal
Sandra Patricia Rodríguez, habitante y líder de la Agrupación Social Ciudad Verde, fue una de las primeras residentes de este barrio y asegura que “no había transporte público, ni tampoco alimentadores de Transmilenio para poder salir de la ciudadela y llegar nuevamente a ella. Solo existían camionetas escolares y carros particulares, considerados como transporte informal y que no cumplían con las normas de tránsito”.

Esta situación hizo que los líderes comunitarios del barrio empezaran a generar estrategias para mejorar esta situación. En ese mismo sentido, la constructora Amarilo, que gerencia el proyecto, planteó la propuesta de utilizar un bus grande, de su propiedad, que hacía los recorridos por toda la ciudadela a los posibles compradores.

Entre semana, no había mucho movimiento para este medio de transporte, de tal manera que se convirtió en una solución temporal para los residentes. Pero, no todo era perfecto. Cuando este bus se llenaba en su totalidad, debían esperar varios minutos hasta que hiciera todo el trayecto hacia la Autopista Sur y de retorno a la ciudadela.

En la actualidad, existen varias rutas circulares de buses y servicio de taxis colectivos que recorren todo el conjunto habitacional. Dentro del proyecto de ampliación de Transmilenio se planea incorporar rutas alimentadoras.   

Abastecimiento de alimentos y ventas ambulantes
Varios habitantes de Ciudad Verde afirman que, durante los primeros 3 años, el abastecimiento de víveres en la ciudadela era escaso, “no se conseguía ni un tomate. Nos tocaba, los sábados y los domingos ir a barrios aledaños, en Bosa, para poder conseguir los alimentos y que duraran por lo menos una semana o 15 días, porque sinceramente era bastante complicada la situación, no había ni tiendas”, asegura uno de ellos.

Después de un tiempo, implementaron un supermercado móvil de Colsubsidio, que se parqueaba dos o tres semanas en una esquina de alguno de los conjuntos residenciales. Por lo tanto, empezó a mejorar el abastecimiento de alimentos en el sector. Más adelante se inauguró y se puso en servicio el Centro Comercial Miraflores. Esto fue posible gracias a los planes de acción de los líderes comunitarios.

Pero a la par que se organizaba el comercio formal, los habitantes de la ciudadela comenzaron a vender alimentos y toda clase de mercancías, para así generar ingresos económicos. Estas personas se ubicaban en parques, andenes y zonas verdes.

En un principio, algunos residentes estuvieron de acuerdo con estas ventas ambulantes, pero para otros, la idea generaba preocupación e inconformidad, porque invadían el espacio público y traían consigo contaminación con basuras y daño de los bienes públicos. Así mismo, se empezó a evidenciar la venta y consumo de estupefacientes.

Ante este panorama, los responsables del macroproyecto de vivienda se dieron a la tarea de implementar la corporación ‘Semillas de Esperanza’ para resolver el desabastecimiento de alimentos. La primera tarea fue reubicar a los vendedores ambulantes en carpas organizadas y así establecer puntos fijos para la venta y distribución de mercancías.

Ante esta situación, Óscar Iván Rodríguez, habitante del barrio y vendedor ambulante, asegura que “en primer momento, ‘Semillas de Esperanza’, empezó a dar buenos frutos. Pero ya después, esta cooperativa comenzó a privatizar el espacio público, cobrando afiliación y mensualidad. Comencé pagando una afiliación de 20.000 pesos, que supuestamente se convertirían en un ahorro programado y que después sería devuelto. A parte de eso, pagaba 15.000 pesos todos los sábados para sustentar los gastos de la cooperativa, incluso los salarios de los empleados”.

Además, agrega que “todo esto se fue convirtiendo en una situación conflictiva y en una lucha, porque todos los días había más vendedores de toda clase de productos en el espacio público como calentadores, muebles, verduras, frutas y comidas rápidas. La realidad era que ‘Semillas de Esperanza’ no estaba legalizada y la policía en cualquier momento llegaba a desalojarnos, entonces no valía la pena invertir esta plata”.

Esa Ciudad Verde, aparentemente ideal, poco a poco se fue desdibujando, por el deterioro de los parques, de las ciclorrutas, de las avenidas, de los andenes y de las zonas verdes. Los mismos vendedores informales talaban los árboles para poder ubicar sus negocios.

Y, tristemente, este panorama se convirtió en el ambiente propicio para que surgiera la venta y consumo de estupefacientes, que trajo consigo violencia e inseguridad.

Esta situación se sigue evidenciando en la actualidad. Habitantes del sector reconocen que se ven personas distribuyendo y consumiendo droga en parques, zonas verdes e incluso en las puertas de los conjuntos residenciales.

“Realmente se ve todo tipo de personas, jóvenes y adultos con mala apariencia, fumando marihuana a cualquier hora del día. Esto ha generado que desaparezcan las buenas normas de comportamiento y conducta que había en la ciudadela. Incluso, la buena imagen que se tenía de la urbanización se ha ido diluyendo”, asegura un residente del sector.   

Ciudadela en crecimiento
De acuerdo con Óscar Castañeda, Gerente de Ciudad Verde, actualmente habitan 170.000 personas en la ciudadela. “A pesar de las adversidades presentadas, se han venido realizando varios proyectos de equipamientos urbanos. Por ejemplo, el 30 de septiembre de este año se hizo la entrega de un colegio público que está administrado por la Alcaldía Municipal de Soacha y la Secretaria de Educación”.

Además, señaló que uno de los propósitos es que la comunidad se beneficie de todas las obras de infraestructura que se adelantan en la ciudadela. “También se están construyendo más escenarios recreativos, parques, zonas de BBQ, zona de juegos, todos estos espacios para el sano esparcimiento de los habitantes de la ciudadela”.

El presente de Ciudad Verde nos muestra dos contrastes. Por un lado, existe una gran preocupación de sus habitantes por la inseguridad, la invasión de ventas ambulantes, el consumo y venta de estupefacientes y la pérdida de la cultura ciudadana.

Pero desde otra mirada, más optimista, la ciudadela sigue siendo un pulmón verde en los límites de Soacha con Bogotá, en donde la gran mayoría de sus habitantes tiene puestas sus esperanzas de que este macroproyecto de vivienda reverdezca y recupere el esplendor de sus primeros años.  

| Nota del editor *

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