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El ‘Chicle Challenge’ se tomó la Plaza de Bolívar de Tunja

Aproximadamente 3 mil chicles fueron despegados de las baldosas de la plaza principal de la capital de Boyacá.

Este viernes 28 de febrero la empresa de servicio de aseo Servitunja adelantó la segunda versión del ‘Chicle Challenger’, una estrategia que tiene como objetivo recoger los chicles arrojados por los transeúntes que les da pereza utilizar las nueve cestas de basura que tiene la Plaza de Bolívar de esa ciudad.

El resultado fue el retiro del suelo de 3 mil chicles y se consiguió con la ayuda de integrantes de colegios y miembros de otras organizaciones del municipio que sumaron su apoyo.

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“Nos acompañaron instituciones que están comprometidas con el medio ambiente. Eso da muestra de una solidaridad y de buena cultura ciudadana”, explicó Olga Lozano, funcionaria de Servitunja.

La Secretaría de Desarrollo de Tunja aseguró que la Plaza estaba minada de chicles por lo que, con esta actividad, se logra conciencia y difusión de información a todos los transeúntes sobre las consecuencias de esta goma de mascar. “Que utilicen las canecas en el centro histórico, hay nueve para que le demos uso, y tengamos cultura ciudadana”, dijeron desde ese despacho.

Las consecuencias de botar un chicle a la calle

Arrojar un chicle en la calle genera un sinfín de problemas de contaminación, salud y hasta muerte de aves pequeñas.

Cada chicle contiene los microorganismos de la persona que lo mascó, al desecharlo todas esas bacterias se expanden en el aire. Científicos aseguran que un solo chicle puede contener hasta 10 mil hongos, lo cual expone a la sociedad a enfermedades como tuberculosis, salmonelosis (bacteriana frecuente que afecta el aparato intestinal) y estafilococo ( comprende microorganismos que están presentes en la mucosa y en la piel de los humanos).

La degradación de un chicle sucede en cinco años por tratarse de un producto inorgánico. Durante este lapso, el chicle se convierte en material duro hasta hacerse polvo.

Muchos de los chicles botados son confundidos como alimentos por las palomas o aves pequeñas. Algunos de estos animales cuentan con un tracto digestivo muy pequeño y, al ser un material difícil de digerir, podría generar una obstrucción mecánica en el intestino y la posterior acumulación de bacterias, hasta poner en riesgo su vida.

En el primer ‘Chicle Challenger’ se recolectó cerca de 3.900 chicles en la Plaza de los Muiscas.

| Nota del editor *

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