Por: Paula Fernández
Encontrar un compañero leal es una alegría incomparable. El amor genuino que puede llegar a proporcionar un “peludito” y el papel que ahora cumple en muchas de las familias modernas es protagónico.
Sin embargo, la muerte de una mascota, así como las rupturas amorosas, evoca duelos incomprendidos y subestimados, incluso para la persona que está viviendo este proceso ya que se suele minimizar e invalidar socialmente, tal como lo mencionan las psicólogas Manuela Molina y Sindy Vélez, en su investigación “El duelo por mascota, experiencia y vivencia de los adultos ante la pérdida de su amigo de cuatro patas”.
Las investigadoras explican que este tipo de pérdidas resultan semejantes a la que se experimentan cuando se pierde un familiar, como ha sido demostrado en diversos estudios, sustentados a partir de la teoría de Bowlby, más conocida como la teoría del apego. Este planteamiento -desarrollado por John Bowlby- sostiene que los seres humanos tienen una tendencia natural a buscar cercanía y contacto con sus figuras de apego, sobre todo en momentos de preocupación y desasosiego.
“Si no esta en tus manos cambiar una situación que produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes este sufrimiento”, sostuvo Viktor Frankl, un neurólogo y psiquiatra, quien en su libro “El hombre en busca del sentido” aborda temáticas relacionadas con la manera de afrontar sucesos que duelen, si dichos sucesos no están en nuestras manos.
Pero ¿qué pasaría si en tus manos estuviera cambiar una situación dolorosa como lo es la muerte de tu mascota?
Varias personas han decidido acudir a la ciencia para mantener vivas a sus mascotas mediante procesos de clonación. Y es que compañías como ViaGen Pets (Estados Unidos), Sooam Biotech (Corea del Sur) y Sinogene (China) cobran elevados costos por producir copias exactas de las mascotas de sus clientes.
Y ¿cómo es el proceso de la clonación? Primero, es necesario extraer el ADN de una célula del animal, para luego introducir dicha información genética en un óvulo “en blanco”, donde posteriormente se incuba de manera artificial, hasta implantarlo en el útero o matriz de una hembra sustituta y allí continua su proceso natural de gestación (60-65 días), hasta el momento del parto. El procedimiento finaliza después de los 56 días de lactancia.
Abrazando la clonación animal
Personajes como el presidente argentino Javier Milei han optado por la clonación para prolongar la vida de sus mascotas. El mandatario recurrió a la clonación de cinco caninos, luego del fallecimiento de su perro Conan en el año 2014. Para ello, el ADN de Conan fue insertado en un óvulo vaciado de información genética, después fue encubado de manera artificial y posteriormente se insertó en su ‘madre sustituta’. Este procedimiento tuvo un valor aproximadamente de 50 mil dólares.
En este mismo sentido, la científica colombiana del zoológico de San Diego Marta Gómez, después de prolongar la vida de su gato, considera que la idea de clonar a un animal depende netamente de la relación que tenga con su amo. Añade, también, que es una postura respetable que no está siendo contemplada por algunas personas.
Por su parte, Carolina Ibáñez Serpa –fotógrafa y estudiante de psicología de la Universidad del Areandina- siempre se ha rodeado de animales y ha tenido una especial conexión con los perros gracias a “Hachi”, un canino que le obsequió su padre hace más de 11 años, en un momento en el que su mamá no podía estar (con ella y su hermanito), y desde ahí se convirtió en el ‘consentido’ de la casa.
“Si tuviera la oportunidad de clonar a Hachi, no sé si lo haría. Quizá sí le daría la oportunidad desde que en el proceso no se le hiciera daño a otro animalito”, sostiene, y agrega: “Me causa intriga si este clon tuviera la misma personalidad de Hachi, o si sería más propenso a tener enfermedades”.
Por otro lado, Eduardo Parra tiene tres perros y un gato en su hogar. Gracias al especial vinculo que tiene con sus “amigos” como los llama con cariño, se encuentra a favor de la clonación de mascotas porque considera que “Las pérdidas son muy dolorosas y se debería aprovechar que ahora a través de la ciencia se puede conservar el legado de ellos, se puede prolongar su compañía.”
El abismo de la repetición: ¿por qué frenar la clonación?
Este no deja de ser un tema polémico, que causa división en el grupo de los animalistas, pues, consideran que es otra manera de promover la explotación animal, ya que al final del día, se están utilizando los animales para fines comerciales, y se está dejando de lado su bienestar.
“La clonación conlleva riesgos para la salud y el bienestar de los animales clonados y sus madres portadoras; los problemas de salud animal se producen por técnicas invasivas necesarias para producir un animal clonado; también sufren las madres portadoras y se registran niveles elevados de discapacidad y mortalidad en los animales clonados de corta edad”, acota Neil Parish, presidente de la Comisión sobre la Clonación de animales para la producción de alimentos en un debate con la comisión de Agricultura y desarrollo Rural.
Elisa Allen, directora del grupo de derechos de los animales Personas por el Trato Ético de los Animales (Peta), en un artículo publicado en su página web, afirma que está en desacuerdo con la clonación y promueve la adopción de un perro de rescate en lugar de crear un clon. Cabe resaltar que estos procedimientos van absolutamente en contra de los valores que defiende Peta pues quienes hacen parte de este colectivo consideran “Los animales no son nuestros ni para experimentar, comer, vestir, usar para el entretenimiento, ni para maltratarlos de ninguna forma”.
En definitiva, tanto la “prolongación” de vida de los animales, como el “soltar”, son temas complejos que involucran consideraciones científicas, éticas, sociales y por supuesto económicas. Abordar la situación de manera reflexiva y consciente es clave para garantizar el bienestar animal sin olvidar los valores éticos de la sociedad.
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