Por: Tatiana Carrillo
“Somos lo que comemos”, dijo el filósofo y antropólogo Alemán Ludwig Feuerbach, a mediados del siglo XIX, con el fin defender el derecho de las clases sociales para alimentarse bien. En la actualidad seguimos haciendo uso de esta frase para demostrar que la alimentación puede favorecer o afectar la salud de las personas.
Y es que, con el paso de los años, las industrias han creado alimentos ultra procesados, los cuales contienen grandes cantidades de mercurio y perjudican el cerebro de quienes consumen estos productos. Según un estudio realizado sobre las afectaciones de la comida chatarra en el aprendizaje de niños y adolescentes, se concluyó que estos productos “moldean el cerebro del adolescente de tal forma que altera su capacidad para pensar, aprender y recordar. También puede hacer más difícil controlar los comportamientos impulsivos, explica Amy Reichelt, especialista del estudio. Incluso puede aumentar la ansiedad en los adolescentes”, señala.
Los alimentos chatarra aumentan el riesgo de tener depresión, cambios de humor, irritabilidad y poca energía, tanto física como mental porque afectan las señales de los neurotransmisores del cerebro y la producción de dopamina y serotonina, que son las hormonas que hacen que una persona se sienta bien y feliz.
Consumir ultra procesados de vez en cuando no va a deteriorar la salud, en especial si se mantienen hábitos saludables como la práctica de ejercicio e ingesta de agua, pero al consumir productos empaquetados con azúcar y químicos aumenta el riesgo de tener depresión, acelera el deterioro cognitivo e incluso hace que el cerebro esté menos alerta y sea poco ágil.
Según la nutricionista Laura Dussan, los más afectados son los niños y jóvenes, quienes tienen mayor adicción por el consumo de azúcar y retrasan sus procesos de aprendizaje, además de dañar la memoria verbal ya que la neuroplasticidad (conexión de neuronas) se ve alterada para retener información.
De igual manera, los componentes de la comida chatarra pueden inflamar el cerebro, dañando sus células y el hipocampo, ansiedad para consumir más alimentos y caer en un círculo vicioso, afirma la nutricionista.
23 de febrero, día del compromiso internacional del control del mercurio
El ser humano ha hecho uso desproporcionado del mercurio, tanto en actividades mineras, hasta el procesamiento y la elaboración de los alimentos con este metal. El Instituto Federal de Evaluación de Riesgos y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) han concluido que casi todos los alimentos contienen metales nocivos para la salud.
El mercurio se suele detectar en el pescado, principalmente en las especies grandes, como el atún o el emperador. Es por eso que 140 países establecieron un tratado global y legalmente obligatorio para hacer frente al comercio y el impacto del mercurio.
Desde el 2007 el Programa de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente (PNUMA) debatió la necesidad de promover el control del mercurio para disminuir las emisiones antropogénicas a la atmósfera, manejar los desechos, reducir la demanda y oferta mundiales, atender la restauración de los sitios contaminados, prohibir el tránsito de este metal a países en desarrollo y ofrecer soluciones para la disposición final.
Descubre qué tanto sabes de las afectaciones metales ocasionadas por la comida chatarra.
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Para más información de Rizoma:
https://www.uniminutoradio.com.co/rizoma/
