Por: Tatiana Carrillo
El territorio Nacional se ha visto afectado por 260 incendios forestales por cuenta del fenómeno del niño, los cuales, en cuestión de horas dañaron hábitats naturales que comprometen la salud de animales y personas por la baja calidad del aire.
La Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) calcula que al menos 17,100 hectáreas de vegetación se han perdido desde noviembre, cuando inició la sequía y subieron las temperaturas.
Según el IDEAM, enero del 2024 ha sido el mes más caliente en Colombia desde que se tiene registro, hace 30 años. La situación es crítica debido a los incendios forestales que impactan negativamente a las especies de los bosques, humedales y zonas naturales del país, pues los animales que logran huir de las llamas han sido rescatados de la tierra arrasada con problemas de orientación y baja capacidad respiratoria.
Cabe resaltar que las llamas han roto la red trófica que se tenía en los ecosistemas afectados, ya que se destruyen los hogares y las fuentes de alimento (frutas e insectos) de la vida silvestre, especialmente de las aves y mamíferos, quienes se quedan sin sustento nutricional debido a que la cantidad de roedores también ha disminuido, es así como los animales se desplazan, alterando el equilibrio de otros entornos.
Han sido varias las especies que no logran huír de las llamas, sin embargo, quienes han sobrevivido se podrán ver afectados a largo plazo, lo cual influye en los ecosistemas, considerando que la permanencia de la fauna silvestre en el suelo, da los nutrientes que hacen posible la vida, mejorando la salud y fertilidad de los entornos, gracias a que en las caminatas o vuelos de los animales, se riegan semillas para reponer los organismos, para proporcionar minerales enriquecedores y elementos sustanciosos a la tierra por medio de la orina y el excremento.
Debido a los cambios del comportamiento en la fauna silvestre por los desplazamientos, la Secretaría de Ambiente, Protección Animal y la Alcaldía de Bogotá han difundido material pedagógico para promover diversas formas de ayudar a estas especies. No solo se busca prevenir la propagación de incendios forestales, sino también proteger a la fauna afectada por la situación.
Estas entidades públicas buscan generar conciencia sobre los actos que producen fuego y dar bases para que los ciudadanos ayuden a los animales que van en busca de refugio, para esto, se recomienda que las especies que lleguen al sector urbano deben ser hidratadas y llevadas con expertos naturales para su reubicación.
Voluntarios y diferentes organizaciones, como Interrapidisimo, se han unido a las labores ambientales para rescatar especies y recuperar ecosistemas y es que proteger la fauna silvestre es importante para tener una protección contra el cambio climático, teniendo en cuenta que, si se preserva la vida de los animales, se puede reducir la frecuencia e intensidad de los incendios forestales destructivos, pues estos se comen las hierbas que alimentan el fuego, a través del pastoreo.
Consecuencias del fuego en las montañas
Según María Meza, bióloga especialista en incendios forestales, “antes del fenómeno del niño el país atravesó un periodo con precipitaciones mayores al promedio, donde crecieron las plantas que avivan el fuego. Aunque siempre se presentan estos accidentes en las áreas rurales, el fuego llegó a los Cerros Orientales, lo cual crea alarma en las personas, pues la capital está pasando por temperaturas anormales”, comentó la experta a La red Colombiana de Restauración ecológica, el pasado 31 de enero.
En Bogotá, se observan columnas de humo que brotan de las montañas. Debido a la situación, la Secretaría de Ambiente, la Policía de Carabineros y la Defensa Civil, han desarrollado operaciones de rescate en áreas como los Cerros Orientales y el Páramo de Siscunsí-Ocetá.
Katherine Ortiz, ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional, manifiesta que las áreas afectadas han sufrido la pérdida de gran parte de su biodiversidad, con plantas como los frailejones y animales como pájaros, conejos, reptiles, insectos, topos, entre otros que no logran sobrevivir por el sofocamiento.
Ortiz afirma que “las zonas carbonizadas pueden tardar hasta 50 años en restaurarse y reproducir nuevamente las especies únicas que los habitan”, además, una de las pérdidas más preocupantes son los frailejones de los páramos, una especie de vital importancia que regula el flujo del agua y captura la humedad de aire para luego liberarla en el suelo y fabricar un abastecimiento hídrico.
A esto se suma que el hombre ha transformado los bosques nativos, plantando especies exóticas, por ejemplo, el ecosistema de los Cerros Orientales en Bogotá tiene eucalipto, retamo espinoso y pinos, los cuales son considerados especies pirófilas porque liberan materiales que avivan los incendios.
Cabe resaltar que la vegetación ha sido destruida, según un estudio del Instituto Humboldt, se determinó que los frailejones necesitan casi 100 años para alcanzar, de nuevo, alturas de 2 metros o más.
Para evitar más desastres es importante no dejar vidrios o elementos que reflejen el sol y generen columnas de humo que sigan dañando el medio ambiente, considerando que el 73% de los frailejones son endémicos de Colombia es decir, cada páramo tiene sus frailejones que no están en otro ecosistema.
: Vida silvestre impactada por los incendios forestales
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