Después de que los rascacielos de 110 pisos se desplomaran, una enorme nube de polvo cubrió a Manhattan aquella mañana, los bomberos, policías, personal de emergencia y voluntarios que se encontraban en la zona, quedaron expuestos en un enorme cúmulo de polvo tóxico, desarrollando enfermedades mortales asociadas al sistema respiratorio.
El acero derretido, polvo de hormigón, combustible de avión, fragmentos de vidrio, asbesto, plásticos, y cables quemados, son algunos de los materiales que respiraron las personas que se encontraban dentro de esta nube tóxica.
El cáncer, las enfermedades pulmonares y cerebrales, así como, los traumas psíquicos, son los malestares más comunes en las personas que se encontraban en la llamada ‘Zona Cero’ en el bajo Manhattan.
Aproximadamente 2.448 personas han muerto por estas consecuencias, en los últimos años, según el programa ‘World Trade Center Health Program’ que brinda beneficios médicos a grupos específicos de personas afectadas por los ataques terroristas del 11-S.
Según este programa alrededor de 15 mil personas han contraído cáncer, otros 42.227 han tenido problemas en sistema respiratorio y digestivo, 16.549 trastornos mentales y 556 trastornos musculoesqueléticos.
Los expertos afirman, que las elevadas cifras se deben a que aquel día la mayoría de personas no contaba con una protección respiratoria, que los ayudará a filtrar los gases tóxicos. No obstante, las enfermedades siguen desarrollándose y cobrando más vidas veinte años después.