Nada es estático, nada es eterno, nada es para siempre, todo está en constante movimiento y cambio.
De hecho mientras usted lee este texto, nuestra gran nave espacial llamada planeta Tierra, se mueve a 1.670 kilómetros por hora sobre su propio eje. ¿Acaso lo sentimos? No, pero lo percibimos tras comprender que el movimiento del sol sobre nuestras cabezas se llama rotación. Que algunos no sintamos esa increíble velocidad tiene que ver con otro fenómeno llamado traslación, pero no quiere decir que el planeta esté quieto, está en constante movimiento, como el gua del río, que no se puede tocar dos veces la misma porque la corriente ya se la llevó.
Este texto solo quiere abordar una cosa: cambio, el mismo que se da cuando me pongo unos zapatos y confirmo que no me lucen como al de la revista, o el cambio de ánimo que tengo cuando me besa la persona que me sacude el alma, ese cambio de color que aprecio en las hojas cuando cambia la estación, o el cambio de modelo de pensamiento del medioevo al renacimiento que demoró casi mil años.
Pero los cambios de ahora no se dan en el tránsito de tantos siglos, solo basta un pestañeo en nuestra vida para corroborar que nada es como hace un mes o hace 20 meses. En realidad, todo va a una velocidad a la que muchos ya desistimos y nos entregamos a la “derrota del tiempo”, y que pase lo que tenga que pasar.
Pero ese tipo de decisiones las puedo tomar yo porque que presumo que controlo mi vida, pero si de mi dependieran otras personas, seguro no podría decidir algo así.
El gerente de alguna organización, empresa, conglomerado, compañía o consorcio, no podría permitirse un lujo como el mío, porque si se duerme le pasa lo del camarón… que se lo lleva la corriente.
De lo que he tratado hablar en este texto es de cambio, algo que nos hablaron en la Cátedra Abierta de este jueves 9 de julio, Alba Llorente, docente de UNIMINUTO; Carolina Vega Rey, docente de la Universidad Sergio Arboleda y Juan Sebastián Gutiérrez, docente de la Universidad Santo Tomás, tres personas que motivaron un diálogo sobre la gestión del cambio de las organizaciones en la era digital.
Yo no se nada sobre gestión el cambio, al menos no en el ámbito corporativo, pero intuyo que es algo que han hecho las empresas que perviven hasta nuestros días. Lo confirmaré a la vuelta de unos meses, cuando termine la pandemia por el COVID-19, y algunas empresas estén convalecientes pero con vida y otras sean parte de un renglón en la historia.
Pero Alba Llorente y sus invitados respondieron a preguntas relacionadas con tendencias y aspectos que afrontan las organizaciones de hoy, como la maravilla del big data, algo que todos proveemos pero que unos cuantos monetizan con nosotros.
No me extiendo más sobre estas reflexiones y los dejo con la conferencia, que a final de cuentas son el plato fuerte de este texto.