Por: Julio Vargas
Parecía una broma, digna de un Meme, de una caricatura, un vídeo de Peter Capusotto, o una parodia de Sábados Felices, pero no, era verdad, un policía o un grupo de policías habían impuesto una multa por 800.000 mil pesos a un joven estudiante en la ciudad de Bogotá, el motivo, comprar una empanada.
Algo muy colombiano, esos excesos que encontramos a diario por nuestros conciudadanos, en esta ocasión las miradas, los me enoja y la indignación fue Policía Nacional, algo que parecía fortuito se convirtió en viral, empezaron a aparecer más y más videos, ya no era el típico video de policías decomisando ilegalmente las mercancías a personas humildes, o asesinando jóvenes por colarse a Transmilenio, eran agentes de la ley imponiendo comparendos por correr, por comprar empanadas, por vender poemas en la calle.
El código nacional de policía ha de ser pensado para que las personas y las autoridades lleguen a consensos, a acuerdos respecto a normas básicas de comportamiento, donde a los oficiales se les tenga confianza, no un código que los ponga a perseguir al ciudadano y al trabajador, y más cuando los índices de inseguridad, desempleo y desconfianza hacia las instituciones está en un punto alto.
Hablamos hoy con el profesor Alejandro Sepúlveda y el estudiante Julián Ochoa sobre los excesos cómicos y grotescos que permite el nuevo código, la regulación social basada en la represión, el castigo y el miedo, y finalmente abordamos la necesidad de pensarse la modificación no solo del código sino de la institución encargada de ponerlo en funcionamiento dado los excesos y arbitrariedades denunciadas constantemente.