Por: Robinson Espejo
Más de 2.600.000 personas han ingresado a Colombia hasta el año 2022 como consecuencia de la crisis política y económica que atraviesa Venezuela, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR). De acuerdo con el reporte, 1.800.000 de estos refugiados son de origen venezolano y cerca de 845.000 ciudadanos son repatriados colombianos que se vieron obligados a huir ante la falta de insumos básicos
La preocupante situación ha venido integrando a distintas organizaciones nacionales e internacionales que trabajan con población migrante para garantizarles sus derechos fundamentales.
Si bien Colombia ha sufrido una problemática de desplazamiento interno que tiene un registro de ocho millones de víctimas entre 1985 y 2020 –según el Observatorio Global de Desplazamiento Interno en Colombia–, las diferencias culturales con las personas provenientes de Venezuela son un reto aún mayor para la instituciones nacionales que buscan atender las necesidades básicas de esta población.
La emergencia sanitaria por la COVID-19 en el mundo, sin duda alguna, agudizó los problemas derivados de la falta de recursos en la población venezolana. Ante esto, el cambio que tuvo la ciudadanía hacia las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) mostró la fuerte brecha digital que existe en la comunidad migrante a la hora de acceder a los servicios de trabajo, salud, educación y entretenimiento por estos medios digitales.
Sin territorio, sin derechos
“La cantidad de venezolanos que empezaron a ingresar al país a partir del 2015 desbordó completamente las capacidades de los sistemas de salud, educación y otras ofertas institucionales que estaban contempladas solamente para la población nacional”, afirma el profesor de la Licenciatura en Educación Infantil Virtual y a Distancia (LEID) Diego Fernando Peña, que ha estado investigando desde febrero del 2021 las narrativas de migrantes venezolanos frente al derecho a ciudad en las distintas redes sociales junto al Semillero de Investigación en Educación y Sociedad de la Corporación Universitaria Minuto de Dios.
Como diría la reconocida divulgadora científica, activista y urbanista estadounidense Jane Jacobs “Las ciudades tienen la capacidad de proporcionar algo para todo el mundo, sólo porque, y sólo cuando, se crean para todo el mundo”. Esta controvertida frase critica la poca participación de las personas en los asuntos de interés general, pues a pesar de que todos los habitantes deberían tener acceso a los servicios públicos básicos simplemente por vivir allí, los gobiernos se ven en apuros debido a la falta de dinero suficiente para satisfacer las necesidades de la ciudadanía.
Una de las nuevas necesidades ciudadanas que surgen a raíz de la emergencia por la COVID-19 es el acceso a las TIC, como consecuencia del traslado que ha vivido la sociedad en ámbitos como el trabajo y la educación; por esta razón, el grupo de investigadores se ha enfocado en favorecer el acceso de la comunidad migrante venezolana al derecho a ciudad, puesto que entienden la vulnerabilidad de esta población en cuanto a la protección de sus derechos y la dificultad que tienen los ciudadanos para acceder a las herramientas tecnológicas disponibles.
Otro de los aspectos analizados tiene que ver con el uso de las redes sociales por parte de la población migrante, pues con el paso del tiempo estas se han convertido en una herramienta para compartir diferentes tipos de contenidos de acuerdo con los servicios que presta cada medio.
A partir de lo anterior, los investigadores empiezan a preguntarse ¿Cómo puede un venezolano recién llegado a Colombia encontrar un colegio para sus hijos? ¿Qué medios utilizan algunos de estos ciudadanos para encontrar un lugar donde vivir? ¿Cómo logra un migrante indocumentado encontrar una ruta atención en salud en Colombia? ¿Dónde pueden encontrar estas personas ofertas laborales que les permitan integrarse al mercado de trabajo?
Dentro de las múltiples respuestas que se pueden encontrar para las anteriores preguntas, cabe destacar que, a pesar de que las redes sociales son una herramienta de gran ayuda para los migrantes venezolanos, también se han convertido en un espacio inseguro para muchos de estos usuarios, pues como lo afirma Enzo Castro, uno de los integrantes de estos grupos, “la verdad, los trabajos que publican la gran mayoría son falsos o para explotar a las personas”.
La falta de control sobre las publicaciones que se presentan en las redes sociales hacen vulnerables a muchos de los usuarios debido a la gran cantidad de desinformación que se presenta, por esta razón, queda sobre la mesa aquella inquietante pregunta que ha generado tanto debate entre los especialistas sobre si es pertinente controlar la libertad de expresión en algunos de estos espacios o simplemente se debe dejar que las personas interactúen sin mayor problema.
Auge de“Ciudadanías Digitales”
La comunicación entre ciudadanos ha dado un giro de 180° con la llegada de la pandemia. Muy seguramente miles de personas tuvieron que adaptar sus formas de vida a las exigencias del confinamiento obligatorio en muchos lugares de Colombia; ante esto, el crecimiento de las llamadas ciudadanías digitales ha sido uno de los temas de mayor discusión entre especialistas de la internet.
Karen Mossberger –una de las autoras de Ciudadanía Digital: Internet, Sociedad y participación– afirma que los ciudadanos digitales son “aquellos que utilizan Internet de forma regular y efectiva”.
Al asumir la difícil tarea de analizar las ciudadanías digitales haciendo parte de ellas, los investigadores tratan de buscar metodologías que les permitan interpretar el comportamiento de los venezolanos dentro de las redes sociales; por ello, a pesar de que estos estudios suelen realizarse de manera presencial o virtual únicamente, la combinación de ambos da la posibilidad de realizar una investigación de acción participativa junto a una etnografía dentro del mismo estudio, como lo afirma el profesor Peña.
Pase y busque lo que necesita
Las diferencias encontradas en cada una de las redes sociales son importantes para seleccionar las estrategias de investigación. En Facebook, por ejemplo, los grupos son bastante numerosos y difunden contenidos sobre trabajos, colegios, viviendas, entre otros; en YouTube por su parte, se comparte información sobre cualquier tipo de trámites para los migrantes de una manera más explicativa; así mismo, en espacios como Twitter, los contenidos se enfocan en el entretenimiento para todas las edades, así como en el debate sobre distintos temas de interés general.
El uso de técnicas de minería de datos para el manejo y clasificación de grandes cantidades de información en redes sociales como Facebook, permite analizar las últimas 10,000 publicaciones de un grupo con el fin de identificar los patrones de ese escenario, con lo cual es posible aproximarse a las realidades que se manejan en estos contextos, afirma el docente.
El trabajo de investigación realizado desde el programa de licenciatura en educación infantil, también busca generar contenidos a partir de los resultados. Así las cosas, la creación de una estrategia que permita por ejemplo, a una mamá migrante –cabeza de familia y con tres hijos– encontrar un colegio para sus menores, demostrará que el trabajo de las distintas organizaciones tiene el sello que identifica a la Corporación Universitaria Minuto de Dios desde sus inicios.
Pensando en un futuro digital
La gran cantidad de personas que frecuentan las redes sociales día tras día aumenta las aspiraciones de cualquier proyecto digital que sea pensado a largo plazo. Por esta razón, los resultados esperados del trabajo con la población migrante buscan que, más allá de la dependencia económica que tiene un estudio con estas características, los impactos a futuro ayuden a mejorar la comunicación de las personas procedentes de Venezuela para brindarles un mayor acceso a los derechos fundamentales de cada uno.
De la misma manera, el trabajo de los más de 20 miembros del Semillero de Investigación en Educación y Sociedad (SIES) muestra la importancia de realizar estudios como estos, ya que sirven para futuras investigaciones que analicen el comportamiento de la población en las redes sociales.
“Queremos ampliar el alcance de nuestra información direccionando los mensajes o los contenidos hacia los grupos en donde tengamos mayor cantidad de comunidad, entonces, realmente podríamos hablar de un alcance de más de 500,000 personas y se quiere, pero siendo ambiciosos podrían ser mucho más”, afirma el profesor Peña.
Con este proyecto, sin lugar a dudas se busca ayudar a los ciudadanos venezolanos residentes en la ciudad de Bogotá dándoles mayores facilidades para resolver los problemas a los que se enfrentan al llegar a un nuevo país. Por eso, es importante que este tipo de acciones se multipliquen en diferentes sectores del territorio con el fin de fortalecer los lazos de hermandad entre ambas naciones en los momentos difíciles.
Para más información de Rizoma:
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