Cerca de 292 cocodrilos fueron masacrados por habitantes cercanos a una granja de protección de estos animales, a causa de la muerte de un vecino que entró en los terrenos de los reptiles. Esto sucedió en Indonesia.
Según el director de la Agencia de Conservación de Recursos Naturales de Indonesia manifestó a la prensa internacional que “los cocodrilos son criaturas de Dios que también necesitan protección”. Estos hechos ocurrieron después de que un residente de la zona entrara a la granja, buscando pasto para sus animales, y fue víctima de uno de los cocodrilos que viven de forma natural.
Los ciudadanos de la zona como venganza por la muerte de este hombre, invadieron la granja, matando con machetes, martillos, cuchillos y palos a los reptiles que están protegidos, dado que están en vías de extinción en esta zona del planeta. El proyecto es supervisado por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazas de Fauna y Flora Silvestres CITES.
Aunque el dueño de este establecimiento ofreció una indemnización a los familiares de la víctima, los vecinos no aceptaron y tomaron venganza. Las autoridades comentaron que no pudieron hacer nada al respecto, ya que eran pocos agentes y cuando llegaron al lugar el acto violento ya estaba hecho.
Una vecina del sector describe el acto como una salvajada «los cocodrilos fueron capturados y sacados para ser apuñalados hasta su muerte. Fue algo horrible de ver».
Las autoridades que protegen estas especies están analizando, qué medidas pueden tomar contra más de 60 personas que masacraron a los cocodrilos, considerando las leyes que protegen la fauna en Indonesia, que en los últimos años ha visto la reducción de especies en su territorio.
Indonesia, al igual que otros países, cuenta con leyes para la protección de la fauna silvestre, aun así, la cacería furtiva, la costumbre de tener aves enjauladas, la deforestación y el general el mal uso de los suelos, pone en peligro la diversidad de fauna que hay allí. El caso de los cocodrilos pone a las autoridades en alerta ante la respuesta tan desmedida de una muerte accidental por invadir espacios reservados para la fauna silvestre.