Es el tema de la columna de Francisco De Roux, publicada por el periódico El Tiempo bajo el título de La reunión impensable, en la que da cuenta de cómo las cabezas de las autodefensas y los guerrilleros se reunieron esta semana en la casa de los Jesuitas, en el barrio La Soledad, de Bogotá.
Contra toda incredulidad, se mostró que los seres humanos pueden cambiar. Aunque esa transformación les tome años. Allí, los que consideramos como los más malos tomaron el riesgo de creer en la conversación de sus antagonistas mortales. En espera de que los que nos consideramos “la gente de bien”, tengamos la grandeza de parar los odios entre nosotros y ofrecer una casa común de confianza a quienes salen sin armas de la guerra, con el coraje de creerles y abandonar el señalamiento de terroristas, asesinos y bandidos. Lo afirma De Roux en su columna.
Agrega más adelante, en una columna que vale la pena leer en su totalidad, como un aporte más para que esta guerra inclemente, finalmente cese algún día:
(…) Los participantes pusieron la verdad, desde todos los lados, sin restricciones, como el componente más importante de la tarea que sigue. No la restringida verdad jurídica que se limita a responder ante el juez si se es o no partícipe en un crimen puntual de guerra o de lesa humanidad, sino, mucho más allá, la verdad de organizaciones, personas, propósitos políticos y económicos, que propiciaron la inmensa tragedia. Pero no la verdad para acrecentar los odios y los señalamientos, sino la verdad para que nos miremos en el desnudo de nuestras responsabilidad, despojados de disculpas y abogados, y para que, conscientes de todo lo acontecido, podamos tranformarnos juntos.
El audio del diálogo en la emisión de hoy en Uniminuto Radio 1430 AM, a continuación:
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