Por: Juan Felipe Sosa Amaya
Según la Organización Mundial para la Salud, los plaguicidas, que se utilizan para el control de plagas y hongos en los cultivos, son potencialmente tóxicos para la salud de los seres humanos, debido a que algunos de estos se quedan en los alimentos y en el suelo por mucho tiempo.
Los plaguicidas, al igual que los fungicidas, cumplen un papel importante en los cultivos pues repelen hongos y plagas, que afectan a las plantaciones y no dejan efectuar la producción de los alimentos, reduciendo la cantidad y la calidad de las cosechas.
El hongo fusarium, que produce micotoxinas contaminantes para los alimentos y ataca a los tallos y raíces de las plantas, es uno de los principales problemas que se encuentran en los cultivos y representa un riesgo para la salud humana y animal. Este patógeno puede causar enfermedades graves en las plantas como: marchitamiento, putrefacción y moho en los arbustos. Por esta razón, su control es esencial en la agricultura.
Los fungicidas comerciales, utilizados correctamente, ayudan a la protección de los cultivos desde el inicio de la plantación hasta su cosecha, lo que garantiza más tiempo en su almacenamiento y calidad de vida, así como a la prevención de pérdidas significativas en la industria agrícola.
La semilla de aguacate como biofungicida
Los fungicidas biológicos son productos utilizados en la agricultura y jardinería para controlar enfermedades por los hongos en las plantas. A diferencia de los fungicidas químicos convencionales, los biofungicidas están formulados a partir de productos derivados de microorganismos vivos o sustancias naturales, y funcionan de diversas maneras para prevenir o reducir las infecciones por hongos.
La Fundación Universidad de América realizó una investigación encabezada por la ingeniera ambiental Angie Valentina Beltrán Tiguaque, llamada “Fungicida a base de la semilla de aguacate”, para producir un producto que ayude a disminuir las enfermedades en los cultivos y que cumplan con las funciones que tienen los fungicidas comerciales.
“Este proyecto de investigación se centra en la extracción de sustancias de las semillas de aguacate. En la elección de las semillas se tuvo en cuenta la madurez del fruto y se buscó determinar la presencia de polifenoles (sustancias con capacidad antioxidantes). La fruta, ampliamente cultivada en Colombia, ofrece una importante oportunidad de valoración porque sus residuos de semillas representan entre el 15 y el 18 por ciento de la fruta”, afirma la investigación.
Entre los beneficios de esta semilla se encuentra la posesión de una cantidad importante de grasas, principalmente en forma de aceites vegetales saludables como el ácido oleico, varios minerales como: potasio, magnesio, fósforo y propiedades antioxidantes que ayudan a diversas funciones biológicas y benefician a la salud.
¿Cómo se obtuvo el biofungicida de la semilla del aguacate?
Al conocer los beneficios del aguacate, se escoge una semilla que esté en buen estado, sin signos de putrefacción ni ablandamiento, y se hace una limpieza para que no queden impurezas. Posteriormente, se procede a cortar la semilla en tiras para obtener más fácil el extracto y, después de terminar, tenerlas en el congelador por dos días, ya que se oxidan fácilmente si están mucho tiempo al aire.
Después de tener las semillas cortadas en el congelador, se mezcla un 70 por ciento de etanol y un 30 por ciento con agua por dos horas y, luego de tener un proceso de condensación a 50 grados, se obtiene el biofungicida.
La semilla de aguacate, como biofungicida, ayuda a detener los hongos y microorganismos que atacan a los cultivos, y no contiene químicos que pueden afectar los suelos ni las plantas.
“La valorización de residuos de aguacate contribuye al manejo sustentable de los recursos agrícolas y es una alternativa amigable con el medio ambiente para combatir patógenos de cultivos, reduciendo la dependencia de pesticidas químicos”, explica la ingeniera Beltrán.
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