Por: Juan Felipe Sosa Amaya
Los tardígrados, conocidos como “osos de agua”, son diminutos invertebrados descubiertos en 1773 por Johann August Ephraim Goeze. Estos organismos microscópicos que solo alcanzan 500 micrómetros y que pertenecen al filo Tardigrada poseen habilidades extraordinarias para sobrevivir en condiciones extremas.
A primera vista, los tardígrados pueden pasar desapercibidos por los humanos, pues estos habitan en ambientes como los musgos y líquenes, aunque también se pueden encontrar en el fondo marino o aguas dulces. Sin embargo, lo que realmente distingue a estos pequeños organismos es la capacidad que tienen de resistir situaciones letales que para otras formas de vida sería imposible.
Una de las habilidades más notables es que pueden resistir al vacío del espacio exterior, donde sobreviven y mantienen su capacidad de reproducirse. Esto se demostró en el año 2007 en un experimento realizado a bordo de la sonda espacial Fotón M3, donde los tardígrados soportaron presiones que equivalen a 6000 atmósferas, temperaturas entre -200°C y 150°C y exposiciones a la radiación ionizante que supera los límites de otro ser vivo.
La estructura de estos animales con aspecto de salchicha es fascinante, pues tienen una simetría bilateral y un cuerpo dividido en cinco segmentos, poseen un aparato digestivo que está adaptado para succionar líquidos vegetales y animales. Además, carecen de sistema circulatorio y respiratorio, pero cuentan con aparatos nerviosos, excretor y reproductor. Lo anterior permite que el tardígrado lleve a cabo sus funciones vitales en distintos entornos.
Un grupo de investigadores del Instituto Indio de Ciencias en Bangalore descubrió que existe una nueva especie de tardígrado que posee pigmentos fluorescentes capaces de protegerlos de la radiación ultravioleta. Este hallazgo demuestra la adaptabilidad de estos organismos que abren la posibilidad de nuevas investigaciones en biología y medicina.
El origen de su superpoder
Los tardígrados han fascinado al mundo científico debido a su capacidad de sobrevivir en condiciones extremas, desde el espacio exterior hasta temperaturas árticas. Pero un estudio ha revelado pistas cruciales sobre cómo estos invertebrados desarrollaron su asombroso “superpoder” y es la capacidad de entrar en un estado de animación suspendida inmune a las condiciones externas, es decir, baja sus signos vitales a tal punto que parece no tener vida.
Un equipo de investigadores del Museo de Zoología Comparada y Departamento de Biología Organísmica y Evolutiva de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, llamado “Las inclusiones de ámbar del Cretácico arrojan luz sobre el origen evolutivo de los tardígrados”, ha realizado un análisis detallado de dos fósiles de tardígrados, incrustados en un trozo de piedra de más de 80 millones de años del periodo Cretácico. Estos fósiles que se descubrieron en Canadá han sido examinados con ayuda de microscopía confocal láser, una técnica que permite observar las estructuras diminutas con una buena resolución.
Los resultados del estudio han permitido a los científicos reconstruir en 3D los detalles que tienen estos tardígrados fosilizados, como sus garras en forma de anzuelos, que ayudan a identificar la especie. Uno de los fósiles, llamado Beorn leggi en honor a un personaje de J.R.R. Tolkien, ya había sido descrito en la década de 1960, pero el nuevo análisis ha revelado detalles que confirman su clasificación dentro de los eutardígrados, un grupo de esta especie que vive en ambientes terrestres y de agua dulce.
El segundo fósil, nombrado como Aerobius dactylus, que también pertenece a la especie eutardígrados, presenta características de evolución igual que los dinosaurios. Este hallazgo indica que los “osos de agua” desarrollaron una capacidad de entrar en un estado de animación suspendida conocida como criptobiosis, hace al menos 180 millones de años.
La importancia de este descubrimiento ayuda a los científicos a ajustar el tiempo de evolución de los tardígrados para entender mejor cómo estos animales microscópicos lograron sobrevivir millones de años. Según los investigadores “la diversidad de los tardígrados ya era notable en la era de los dinosaurios, lo que sugiere que estos seres estaban perfectamente adaptados a su entorno desde hace mucho tiempo”.
Los tardígrados siguen siendo objeto de estudio por su capacidad para desafiar los límites de la vida como la conocemos. Mientras la ciencia avanza para el estudio de estos microorganismos, ellos demuestran que la adaptación de la naturaleza y su resistencia no depende del tamaño.
Este nuevo capítulo en la historia evolutiva de los “osos de agua” no solo amplía nuestro conocimiento sobre estos extraordinarios seres, sino que también nos recuerda lo mucho que aún tenemos que descubrir sobre la vida en nuestro planeta.
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