Por Sebastián Rincón
La ciudad de Bogotá posee una riqueza incalculable en la gran variedad de ecosistemas que la componen. El nombre de Bogotá proviene de la palabra muisca Bacata, que significa tierra de labranza, y que deja entrever la fertilidad de aquel suelo que fue el hogar de los primeros pobladores de la Sabana. Los humedales, uno de sus más importantes ecosistemas, son conocidos como los “riñones” del suelo por el proceso natural de filtración y limpieza que hacen. Sin embargo, también son considerados sus “úteros” pues allí, en la unión del agua y la tierra, surge y florece la vida.
La expansión urbanística de Bogotá ha venido reduciendo el área de humedales dentro de la ciudad. Las chupkuas, como son llamadas por los muiscas, han perdido casi 50000 hectáreas en los últimos 70 años y según la Reserva Distrital de Humedales, actualmente hay 727 hectáreas de las que sólo 667 se encuentran protegidas por la Convención Ramsar. Este rápido deterioro se debe principalmente al crecimiento demográfico de la población y a las políticas de las administraciones distritales.
Hace 30000 años la Sabana de Bogotá estaba ocupada por el gran lago Humboldt, que se fue filtrando con el colapso del dique del Tequendama. “Esto ha estado repetidas veces bajo lagos que se han drenado y que han vuelto a formarse. Lo que tenemos es el último drenaje de hace 37.000 años” menciona Fidel Poveda, biólogo de la Universidad Nacional, quien se dedica a estudiar los humedales y a protegerlos a través de la acción política.
El humedal Jaboque, el humedal Tibabuyes y el humedal El Salitre hacen parte de los 15 humedales reconocidos en Bogotá y poseen varias problemáticas en común: la intervención en sus rondas hídricas, la falta de una zona de manejo y preservación ambiental y la canalización y contaminación de sus aguas.
El humedal Jaboque en la localidad de Engativá, que se encuentra protegido bajo la Convención Ramsar, fue intervenido en la primera alcaldía de Enrique Peñalosa con la construcción de dos canales de aguas negras que aislaron entre ellas al humedal. Fidel Poveda menciona que la canalización de sus dos principales afluentes, El Carmelo y el Canal de los Ángeles, ha causado un gran daño al humedal. “El agua no le llega como antes, escurriendo por toda la superficie de la cuenquita aledaña sino por debajo del nivel del agua, por intercambio con el agua freática. Eso también ha sido otro daño porque no solo llega agua lluvia, sino agua residual”, sostiene Fidel.
Urbanismo vs conservación
En la segunda alcaldía de Enrique Peñalosa se establece el decreto 565 de 2017 que elimina la prohibición establecida en el decreto 624 de 2007, para que las obras de recuperación de los humedales “no incluyan el desarrollo de obras urbanísticas duras”. Esto da pie para que en 2018 inicie el proyecto “Conexión Corredor Ambiental Humedal Juan Amarillo” que establecía la construcción de un puente de 1,2 km sobre el humedal Tibabuyes para conectar a las localidades de Engativá y Suba. El IDRD inicia también la construcción de un parque metropolitano con senderos peatonales, ciclorrutas, canchas para practicar deportes y otras cuantas estructuras.
Por otra parte, en el humedal Jaboque se inicia la construcción de un sendero peatonal elevado entre el sector de Gran Granada y El Unir y se interviene también un tramo cercano al “Bosque de los Encantos”, una zona en la cuenca baja del humedal, cerca al río Bogotá, que tiene el grado más alto de conservación de todo el Jaboque. Las obras fueron suspendidas gracias a la intervención de la comunidad, pero el daño causado a las especies endémicas y el endurecimiento del suelo constituyen un detrimento ecológico en el ecosistema.
Aunque la reglamentación dice que no deben existir intervenciones a menos de 115 metros de los humedales, la “interpretación” que las administraciones hacen de la norma les permite ganar espacio: cuentan la distancia desde el punto en el que está el cuerpo de agua pasando muy convenientemente por alto el suelo del humedal.
En el 2018 se inicia la construcción de unas pistas de BMX muy cercanas a la zona protegida del humedal el Salitre. Cristina Mora, conocida por los vecinos como “Morita”, es una trabajadora social que hace parte de la Red Humedal el Salitre, la cual ha estado resistiendo en la defensa del humedal desde el año 2018. “Con la administración de Peñalosa esta obra se empezó a hacer sin la socialización suficiente para la comunidad. A nosotros nunca nos avisaron y cuando nos dimos cuenta era que las máquinas ya estaban ahí metidas”, menciona Cristina.
En el año 2019 la entonces candidata a la alcaldía de Bogotá, Claudia López, aseguró en medio de su campaña que “firmaría un pacto con la comunidad no solo por el humedal Tibabuyes sino por los todos los humedales de Bogotá”. Sin embargo, para el año 2022, el avance en las obras dentro del Tibabuyes era de un 92%. El 28 de marzo de 2023 la CAR interviene la madrevieja del humedal Jaboque con la excusa de estar realizando una adecuación hidrogeomorfológica para “el control de inundaciones, conservación de la fauna y flora y darle al río una ambientación paisajística con espacios para recreación pasiva y aprendizaje ambiental”, según una comunicación pública de la CAR.
A la defensa de la chupkwa
La intervención en la madrevieja del humedal Jaboque llevó a que la comunidad realizara un plantón el día 8 de abril de 2023 en la entrada a Bogotá por la calle 80, a la altura del Puente de Guadua. Con arengas, tambores, pancartas, performances y bloqueos, la comunidad se opuso al ecocidio cometido por la CAR en el Jaboque, lo que posteriormente llevó a que se retirara la maquinaria del humedal. Sin embargo, el daño ya estaba hecho.
En el humedal Tibabuyes también hubo resistencia por parte de colectivos ambientales y de la comunidad Muisca de Suba para que se detuvieran las obras dentro del humedal. Incluso se hizo un campamento que veló para que estas intervenciones no continuaran. A pesar de la represión ejercida por la alcaldía de Claudia López a través del entonces ESMAD, la comunidad se mantuvo en pie de lucha por la defensa del humedal. Ati Quigua, quien en ese momento era concejal de Bogotá, mencionaba en un comunicado de prensa que la alcaldía “ha respondido de manera autoritaria contra el Pueblo Muisca que defiende el humedal Tibabuyes, que representa un cuerpo de Agua sagrado dentro de su cosmovisión de los pueblos originarios”.
En el humedal El Salitre la lucha ha sido larga. Para el año 2009 la comunidad se une contra la construcción de una concha acústica en el suelo del humedal y entre 2011 y 2016 hubo un proceso de recuperación del espejo de agua del Salitre, uno de los mejor conservados en términos biológicos. Sin embargo, cuando en el 2018 se hace la intervención con las pistas de BMX, había ya una desarticulación por parte de la comunidad y fue necesario generar alianzas entre colectivos en pro de la defensa del ecosistema. “Los jóvenes que frecuentaban este ecosistema, eran de otros colectivos que se llaman Semillas libertarias, Bacatá Bosque, Serpiente y un nuevo colectivo que surgió en ese proceso que se llama Homo Salitrensis. Esos 3 conformamos inicialmente la Red humedal el Salitre”, cuenta Cristina Mora, quien además señala que se contó con el apoyo de la Universidad Libre y algunas estudiantes que también hacían parte de la Red Nacional de Jóvenes de ambiente. También acompañaron este proceso el cabildo muisca de Suba con el taita Yopasá y del Tunjuelo con Jhon Fredy.
La ubicación del humedal El Salitre en la localidad de Barrios Unidos, cerca al parque recreodeportivo que lleva su mismo nombre, hizo que el riesgo de intervención continuara latente durante la alcaldía de Claudia López. “Y es que a Claudia López se le dio por establecer que se necesitaban para el distrito 5 centros de alto rendimiento para la ciudad, uno de ellos en la localidad de Barrios Unidos, donde se les dio por hacerlo y por planearlo. Quedaría muy cerca del costado suroriental del humedal Salitre, un edificio de 45 metros de altura, con 30 metros de profundidad que afectaría el nivel freático y las aguas subterráneas alrededor del humedal y que lo pueden poner en riesgo de desaparecer”, denuncia Cristina y añade que el litigio por esa intervención aún sigue vigente.
El humedal no se vende, se respeta y se defiende
El 15 de abril del presente año el Ministerio de Ambiente emite la resolución 0421 de 2024 con la cual busca proteger el complejo de sistemas de humedales RAMSAR enfocándose en tres: Jaboque, Tibabuyes y Córdoba. Esta medida implica la suspensión inmediata de las intervenciones que realiza El Acueducto y obliga a la Secretaría Distrital de Ambiente a adelantar un estudio de impacto ambiental que revele los efectos que las obras de endurecimiento han tenido en los humedales.
El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, se refirió a esta resolución a través de un vídeo publicado en su cuenta de Instagram. “Nos preocupan decisiones sobre Bogotá que pueden minar nuestra autonomía territorial. El anuncio hecho por la Ministra de Ambiente, Susana Mohammad, de suspender tres proyectos de infraestructura de la Empresa de Acueducto de Bogotá representa una clara extralimitación de las competencias del gobierno nacional. Se presentarán acciones judiciales”, afirma Galán. Esta respuesta deja entrever la intención de continuar con las políticas urbanísticas de las pasadas administraciones a pesar del deterioro ecológico que esto pueda causar.
Si las zonas protegidas bajo la convención RAMSAR están siendo intervenidas, ¿qué sucede con los humedales en Bogotá que la Secretaría de Ambiente se niega a reconocer? Una muestra de esto es el humedal Salitre el Greco, el cual se ubica entre el Parque Simón Bolívar y Gran Estación y en el que actualmente se está presentando el show del Circo del Sol Messi, un evento traído por la empresa OCESA. Catalina Reyes, una habitante de la zona que lucha por la defensa del humedal, menciona que “se firmó un contrato de 5 años por 380 millones de pesos mensual y que allí hay un subarriendo donde ellos hacen un arrendamiento a otras entidades y a otras organización de eventos. Cualquiera que sea NO tiene limitantes de ningún estilo”. Añade también que en ningún momento se consideró los efectos que el ruido y las luces pueden llegar a tener sobre el ecosistema y que además se sometió el suelo a un proceso de endurecimiento para construir un parqueadero.
El día 25 de mayo la comunidad de Salitre el Greco contra las intervenciones que se están realizando en el ecosistema del Salitre el Greco. Con la arenga “esto no es un circo, es un humedal”, buscaron concientizar al resto de habitantes del barrio y luego hicieron un plantón en la Calle 26, frente a una de las salidas del evento del Circo del Sol, exigiendo que se reconozca y se respete al humedal.
Lo cierto es que la lucha por la defensa de los humedales es inacabada. La alcaldía de Carlos Fernando Galán sigue empeñada en realizar intervenciones sin ningún tipo de cuidado por estos ecosistemas a pesar de pregonar a diario, a través de redes sociales y noticieros, la necesidad de cuidar el agua en el marco de la crisis actual. Sin embargo, las comunidades se mantendrán unidas en la lucha por la protección de las chupkwas y las llamas de estas resistencias encenderán y alumbrarán cada vez a más conciencias sobre la necesidad del cuidado y la apropiación sobre el territorio.
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