Este término de economía naranja se empezó a escuchar en el país gracias al presidente de la República Iván Duque quien a su paso por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), planteó esta discusión en el libro que escribió junto a Felipe Buitrago, hoy consejero de gobierno, en el cual hacen un análisis del arte y la cultura como sector de la economía.
La principal tesis de Duque y Buitrago es la implementación de un modelo económico que traerá grandes ganancias al país, a partir de los emprendimientos culturales o en otras palabras, que los artistas y comunidades de artistas trabajen como empresa, por tanto tendrán que competir en la lógica del mercado internacional.
Ahora bien, Duque al ser senador impulsó la ley naranja, la cual crea el Consejo de la Economía Naranja para hacer crecer la productividad en el país, el cual está conformado por varios Ministerios, como el de Cultura, Educación, Trabajo, Hacienda, Comercio, por mencionar algunos. Sin embargo, esta apuesta ha levantado cuestionamientos por parte de los artistas colombianos, pues detrás de este “proyecto de emprendimiento” se esconde el deseo de privatizar y mercantilizar el arte y el trabajo de los artistas nacionales.
Para hablar sobre este tema nos acompañó en Voces en Movimiento Felipe Arango, artista plástico y presidente de la Unidad Nacional de Artistas, organización que busca defender la cultura colombiana, que se ve amenazada por los grandes mercaderes de la cultura y el arte.
Arango, problematizó las transacciones de las grandes maquinarias de la cultura, las cuales generan enormes dividendos que son destinadas a un puñado de empresas, como en el caso de Hollywood, donde el 80% de las ganancias se las lleva menos del 6 % de las películas del mundo, lo que pone en cuestión las condiciones laborales y de producción intelectual de los artistas colombianos, pues al implementarse esta economía como la tiene pensada el presidente Iván Duque, lo que hará es vender la cultura a estas maquinarias para que se trate como un producto comercial y no como un derecho.
En conclusión este es un tema de interés nacional al que se le debe prestar atención, pues la producción industrial de las expresiones artísticas precariza las condiciones de los diferentes creadores de contenido creativo, obligándolos a estar inmersos en un sistema que mercantiliza el arte y la cultura convirtiéndolos en un negocio rentable para unos pocos.