Desde inicios del presente mes de agosto, el mundo ha puesto sus ojos en los incendios forestales que se han presentado en la Amazonia brasileña. Con más de 74.000 incendios en el país y el 50 % de estos concentrados en el bioma amazónico, lo que sucedió allí ha despertado la alerta mundial por las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, no solo este lugar es crítico por las llamas, el norte del planeta también está en llamas.
Más de 600 incendios han arrasado con casi un millón de hectáreas en el estado de Alaska en los Estados Unidos, alcanzando a zonas del norte de Canadá. Mientras al otro lado, en Siberia se han concentrado nubes de humo.
Aunque las condiciones meteorológicas y el esfuerzo humano han dado un respiro en las últimas semanas, el panorama sigue siendo desolador, complejo y los daños aún no se conocen. Lo que preocupa a los científicos es que los incendios pasaron las dimensiones habituales.
En llamas está el pulmón más importante del planeta
Los investigadores de la Red de Escenarios para la planificación de Alaska (SNAP) y del Ártico mostraron un comportamiento extraño en estos incendios: son más frecuentes, intensos y serios. “Están reduciendo el bosque viejo a favor de vegetación joven y lanzando más carbono a la atmósfera en un momento en que las concentraciones de anhídrido carbónico están batiendo nuevos récords” explicó Nancy Fresco, coordinadora de SNAP.
“Los incendios de este verano en Alaska se vieron impulsados por una intensa ola de calor al principio de la temporada. La relación entre el tiempo cálido y seco y el fuego está clara. El cambio climático está provocando una tendencia igual de clara hacia primaveras más tempranas y veranos más largos y cálidos”, dijo la experta.
No es un secreto decir que el cambio climático es el principal enemigo de la fauna y flora en todo el mundo y no sólo Brasil y Alaska están en llamas, también algunas zonas del continente africano atraviesa una ola de calor que ha provocado varios incendios que han pasado de lo que se considera ‘normal’. Estos eventos ambientales han hecho que organizaciones creen estrategias urgentes para que no se sigan presenta actos que destruyan la naturaleza.