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Patricia Castillo, la mujer que quiere transformar el Occidente de Boyacá

La decisión y valentía de una mujer que no permitió ser dominada

El occidente de Boyacá es una zona donde las tradiciones y la cultura ejercen diferentes responsabilidades sobre los hombres, es decir que el hombre es quien trae el alimento a su casa y provee de todos los bienes materiales a la misma, mientras que la mujer aguarda pacientemente a su marido, mantiene la casa limpia y la comida preparada. Por años estás prácticas de convivencia han sido normalizadas, la sumisión en la mujer  y el respeto a su marido deben ser sus mayores cualidades.

Patricia Castillo de 49 años, cuenta cómo a lo largo de su vida ha decidido arreglárselas para sobrevivir, rompiendo con tradiciones y construyendo su propio destino, su valentía, irreverencia y astucia, la han llevado hoy a ser la gran empresaria que es. 

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Nació en San Pablo de Borbur, fue criada en Muzo por su hermano mayor Wilson Castillo, cuenta que a sus 12 años era guaquera, se robaba las esmeraldas de los cortes y las vendía para comprar “cositas”, a esa misma edad ya sabía manejar un arma de fuego y aprendió para protegerse, ya que en esa época se vivía la plenitud de la “guerra verde”. La falta de cordura y razonamiento de los esmeralderos que peleaban por poder y tierras, acabó con la vida de sus familiares y amigos, no tuvo más opciones que aprender a defenderse y ganarse el respeto de los hombres en el territorio. 

A sus 17 años fue supervisora de las minas de esmeraldas de Coscuez, Patricia cuenta con una sonrisa en su rostro que muchos de los hombres de la mina estaban enamorados de ella, pero que no se atrevían a confesarlo por el respeto que le tenían, “yo me hacía respetar, yo les colocaba el arma en la cara a los hombres cuando me decían algo”, afirma. 

Aprendió a vivir como una mujer independiente, que no creía en tradiciones culturales, se daba su lugar e inspiraba a otras para continuar su camino, creció con la mentalidad de empresaria, no le gustaba ser dominada y su mayor anhelo era tener su propio negocio, a lo mejor con su hermano a quien ama con el recuerdo porque ya no le acompaña en cuerpo. 

Toda la fortaleza de Patricia parecía no ser suficiente para vivir la pérdida de él. Fue víctima de asesinato, al parecer por robarle $200 millones de pesos. Su sed de venganza la mantuvo en pie aún cuando sentía que no podía continuar, entonces, miraba para arriba y le pedía a Dios las fuerzas que le faltaban.

Pasaron muchos años y se dió cuenta que la venganza no era realmente lo quería, sentía que de algún modo no era suficiente, no era un propósito real. Fue entonces cuando se dio cuenta que el Occidente de Boyacá no solo era bonito por las esmeraldas, también lo era por sus paisajes, colores, su agricultura, la flora y  fauna que rodeaban esas montañas llenas de historias, de mitos y leyendas que el mundo debía conocerlas. 

Fundó Villamontes en el 2011 para darle otra perspectiva al Occidente de su departamento y en alianza con más de 16 municipios ahora apuestan a un futuro de agroturismo. 

Sus amigos creían que estaba loca por tener ese proyecto, no creían que lo lograría. “¿Qué pasaría si la tierra ya no regalara más esmeraldas?” se pregunta Patricia, posiblemente se acabarían los mineros y guaqueros del municipio y olvidarían estas tierras tan prósperas que los vieron crecer. 

Villamontes le entrega esperanza a una región que ha sido azotada por su pasado, le da un nuevo rumbo, le entrega una nueva forma de trabajar, de tener estabilidad económica y ser conocidos internacionalmente. 

| Nota del editor *

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