Desde que la educación se institucionalizó a mediados del siglo XIX, el saber se ha convertido en un conocimiento que puede ser susceptible de comercialización, dejando al margen todos los saberes que no entraron en ese nuevo canon de “objetividad”. Dentro de esta lógica, la universidad se convirtió en el nuevo recinto sagrado mediante el cual poderse adentrar por las seguras vías de la razón moderna. Programas, notas, patentes, ponencias, conferencias, publicaciones, etc., todo un armazón institucional al servicio de sí misma. Por lo que no es novedad encontrar en los diferentes encuentros institucionales, un juego de egos que combaten entre sí para aplastar al oponente. Por lo general, se convierten en una apuesta dramática, en la cual el argumento no sirve para solucionar problemas, sino para vencer al que piensa diferente. Líneas discursivas que van perfilando al intelectual contemporáneo: un ser “iluminado”, que no le importa el afuera, sino producir conocimientos para alcanzar títulos, sostener procesos de acreditación o, simplemente, por un placer narcisista.
Claro, sería injusto y hasta insensato querer describir la realidad universitaria únicamente desde su aspecto negativo (que pueden ser muchos más), y no contemplar los grandes logros que se han gestado desde allí; pero no hay que desconocer las limitaciones y hasta desvaríos que le han ocurrido, como los que se pueden evidenciar en los políticos, economistas y personajes de renombre que hoy son señalados de corruptos a pesar (¿a consecuencia?) de haber salido de las mejores universidades del país. En este panorama cada vez resuena con más fuerza la pregunta de Rousseau acerca de si el restablecimiento de las ciencias y las artes han contribuido al mejoramiento de las buenas costumbres. Una mirada rápida al contexto colombiano conduciría a dar el mismo no rotundo, que en su momento también dio este gran pensador.
Pero, aunque la cuestión es crítica, no todo está perdido. Afortunadamente, existen espacios dentro y fuera de la academia que reivindican los saberes y prácticas que quedaron relegados de las lógicas institucionales, pero que han generado y generan una gran transformación humana y social. Pensando en estos espacios es que la Facultad de Educación de UNIMINUTO, y su programa de Maestría en Innovaciones Sociales en Educación, se propone realizar para esta semana el 1er congreso de Academia Crítica y Saberes de Frontera en Diálogo. Un encuentro académico diametralmente opuesto a los formatos tradicionales.
Programado mediante espirales de diálogo en los que se propicia un ambiente de seguridad y familiaridad, los participantes realmente pueden ser sí mismos, y expresar con naturalidad sus experiencias sin temor al error o a la recriminación. El espirar tiene que ver justamente con romper con los esquemas lineales y verticales tradicionales, en los que se ataca al otro a partir de teorías que otros con más autoridad dijeron sobre un tema determinado; en este espacio los espirales se gestionaran a través de conversaciones que tendrán como núcleo temático las experiencias de vida de los participantes, con el único fin de compartir y enriquecer experiencias.
Uno de estos espirales será el pedagógico. Es por ello que para el día de hoy contamos con la presencia de algunos de los encargados que lideran este espacio dentro de la categoría de pedagogía de la alteridad, ellos son: el docente Benjamín Barón Velandia, y las estudiantes Yulieth Paola León Nieto, Viviana Varón Arciniegas y Solangie Martínez, quienes describieron algunos rasgos característicos de la pedagogía de la alteridad y sus implicaciones para el contexto actual.
Una gran propuesta pedagógica que estará puesta en diálogo junto con otras, dentro de este novedoso y sugerente evento. Como bien lo señaló uno de los invitados, aquí no se trata de negar o destruir al otro, sino de permitirnos compartir. No se va a competir o a derrotar al otro como por lo general se presenta en los escenarios académicos, sino a compartir saberes que se han gestado en el mundo de la vida;y desde allí,presentar una pedagogía muy pertinente para un contexto que se ha acostumbrado a despreciar no sólo las ideas, sino que también a las personas que de ellas vienen.
Conducen: Merceditas Beltrán Flétscher y Cristian Bastidas (Estudiante de Comunicación Gráfica).