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Personajes de pandemia: Gabriela, un ángel vestido de enfermera

El COVID-19 ha marcado un antes y un después en el mundo, y en ese tránsito en el que muchos han enfrentado la pandemia desde casa, hay quienes lo han hecho en la lucha, allá afuera en la calle.

El tiempo en que nos encontramos es histórico, al inicio de la pandemia si que era muy raro todo, las calles estaban vacías los locales comerciales (en su mayoría) estaban cerrados, a muchas personas se les percibía el miedo en sus ojos, la gente no ponía música en sus casas y la incertidumbre se combinaba con el duelo.

Gabriela Aristizábal es auxiliar de enfermería, trabaja en el área de cardiología en un hospital de quinto nivel de Bogotá D.C., ella es una de las personas que durante la pandemia del COVID-19 ha salido a trabajar con esfuerzo, dando lo mejor de sí misma, en estos tiempos de poca certeza.

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Son las 5:00 de la mañana cuando suena la alarma y se levanta, aún está muy oscuro y no percibe mayor ruido en la calle. Se prepara antes de que salga el sol, pues vive en la localidad Rafael Uribe Uribe a poco más de 7 kilómetros de su trabajo. Toma Transmilenio, y así la recibe la “nueva normalidad”. Ese sistema de transporte, al que antes era complicado ingresar a cualquier hora del día, ahora es poco transcurrido, y los articulados van casi solos. El diálogo entre personas ya no existe, ni siquiera con el conductor porque un panel de plástico lo impide, las sillas tienen cintas amarillas, todos están distantes, en los asientos para dos solo hay una persona, la escena parece de una película de suspenso apocalíptico con tapabocas, carillas, trajes de astronauta, guantes y recipientes con alcohol para desinfección, cualquier sujeto es sinónimo de riesgo.

Luego de su viaje en el transporte público Gabriela llega al hospital en el que trabaja, lava sus manos, usa tapabocas N-95, gorro, guantes, bata antifluidos, careta, todo va puesto sobre el uniforme de enfermera que antes lucía con orgullo.

Foto: Gabriela Aristizábal

“Aunque yo no trato a los pacientes con COVID-19, siempre hay nervios y miedo de contagio, porque por más que uno trate de llevar las cosas con calma, no paran de llegar pacientes con síntomas de coronavirus”, menciona Gabriela en conversación telefónica en la que interpreto sinceridad en sus palabras, y agrega que “estando todo el día y todos los días en un hospital, es muy seguro que pueda contraer el virus”, sin embargo, no deja de cuidarse. Pensar que puede contagiar a un ser querido la atormenta, ella no le quiere causar daño a nadie, pero sabe que que al ser parte del personal de salud está muy expuesta, además su hermana mayor también es enfermera y es inevitable para ellas pensar que el riesgo aumenta en la misma casa, “lo único que queda y que hay realmente seguro es que la familia confíe en nosotras y en lo mucho que nos cuidamos”.

Algunos de sus compañeros han dado positivo en la prueba (…) “No pensé en la enfermedad en el momento, solo pensé en las buenas personas que este virus se puede llevar, al igual es inevitable no pensar en mí y decir: si les dio a ellos, seguro también me dará, al fin y al cabo estamos igual de expuestos”.

Gabriela cuenta que se siente muy triste y aburrida, ella ama su labor y lo que más desea y la razón por la cual es enfermera es por su vocación de servicio. Con frustración se pregunta: “¿de qué vale que uno haga las cosas con cariño y amor si la gente es tan ignorante?”. Y es que en momentos como los que vivimos deberíamos mostrar nuestro apoyo entre todos, “pero no, muchas veces nos encontramos con miradas extrañas, con malos tratos y hasta amenazas por hacer el bien de la gente, realmente es muy incómodo y no niego que también es doloroso”. Por su seguridad ella evita salir a la calle con el uniforme de enfermera, el que antes usaba con orgullo pero hoy le despierta inseguridad.

La visita a un hospital no es del agrado de muchos, ahora imagine lo que es pasar la mayor parte de su tiempo allí, no solo por los casos médicos, sino por la humanidad misma que entra en una batalla de vida y muerte contra el COVID-19.

El ambiente en el hospital es pesado y hay tensión, como la que vivió junto con sus compañeros cuando se enteraron de un caso positivo entre ellos, entonces la incertidumbre y el miedo los invadió, se realizaron la prueba, estuvieron aislados, se sintieron solos y no dejaron de pensar en las consecuencias para sus familiares; por fortuna para Gabriela su prueba fue negativa, ese día ganó la batalla pero la guerra continúa.

A las 5:00 de la tarde Gabriela regresa a casa, saluda en la distancia y entra directamente al baño a quitarse la ropa, entra a la ducha y se desinfecta y también lo hace con sus pertenencias, y mientras el agua con jabón viaja por el desagüe a quién sabe qué lugar, ella respira profundo y piensa: “este es un día más”.

| Nota del editor *

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