Por: Camila Andrea Ramírez Triana
Según datos revelados por la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, casi la mitad de la población mundial se está viendo directamente afectada por la degradación del 40% de las áreas terrestres del planeta.
Se contempla que, desde el año 2000, tanto la frecuencia como la intensidad de las sequías han aumentado en un alarmante 29%. Incluso, logra ser más preocupante que, de no implementarse medidas eficaces con prontitud, para el 2050 más del 75% de la población global podría enfrentarse a consecuencias devastadoras a causa de la sequía.
Ahora bien, ¿sabes de qué se trata la desertificación y a qué se debe su alarmante llamado?
¡Sencillo! en esta oportunidad, te brindamos una breve explicación y un ejemplo sencillo para comprender la magnitud de esta problemática:
La desertificación surge de la vulnerabilidad de los ecosistemas en regiones áridas, que abarcan un tercio de la superficie terrestre, ante la explotación excesiva del suelo y su uso inapropiado. Nuestra responsabilidad en esta degradación es innegable, ya que actividades cotidianas como la deforestación, la minería, el sobrepastoreo y malas prácticas de riego impactan adversamente en la productividad del suelo.
Para ilustrarlo, consideremos una región semiárida donde la agricultura y la ganadería son comunes. La sobreexplotación de recursos y la carencia de técnicas de conservación del suelo han desencadenado la erosión y pérdida de la capa fértil superior. Esto conlleva una reducción en la productividad agrícola y agrava la escasez de pastizales. Estos problemas no solo afectan la biodiversidad local, sino que también generan consecuencias socioeconómicas graves, como la escasez de alimentos y la disminución de ingresos en las naciones.
Halina Nájera, fundadora y directora de la organización Cultura Regenerativa, ha dedicado su vida desde 2015 al estudio de la permacultura. A través de esta iniciativa, ha liderado más de 100 cursos presenciales en México, donde enseña filosofías de vida, como la permacultura. Esta ciencia de diseño se basa en la observación de la naturaleza para imitar su funcionamiento, satisfaciendo las necesidades del presente sin comprometer el futuro, “ayuda incluso a niveles mucho más profundos.
Pretende que los humanos desaprendamos los hábitos que están destruyendo la naturaleza, nuestras propias relaciones, y a las personas, para lograr tener una conciencia sobre obtener nuevos hábitos regenerativos en las actividades cotidianas; por esto hemos decidido llevar el nombre de cultura regenerativa”, explica Nájera.
Aunado a esto, el lema que se defiende en el presente año 2024, “Nuestras tierras. Nuestro futuro”, es motivado por la conmemoración del trigésimo aniversario de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD por sus siglas en inglés), ratificando su importancia de tomar medidas concretas para preservar los recursos naturales vitales de los que depende la vida misma.
La convención -que surgió a partir de La Cumbre para la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992 y aprobada pocos años después el 17 de junio de 1994- se mantiene como un faro que guía los esfuerzos necesarios en la conservación ambiental.
Cumpliendo con este interés, se responde a la necesidad de difundir la tecnología regenerativa con la que ha venido trabajando la Organización Cultura Regenerativa, pues, se enfrenta a una serie de realidades que se impulsan en el actuar diario de la humanidad.
“El cambio climático tiene también sus causas naturales. La actividad solar, como las olas de calor que hemos presentado, se potencian a raíz de actividades humanas como la quema de combustibles; la deforestación, pues, no permite que se absorba la suficiente cantidad de dióxido de carbono y aumenta este gas en la atmosfera y la agricultura haciendo uso de monocultivos causa la desertificación. Contrario a la agroforestería, como se practica en Brasil, donde se crean las selvas, promoviendo la regeneración de la tierra”, advierte Nájera.
Este acuerdo de la UNCCD tiene como objetivo principal promover iniciativas entre naciones para combatir la desertificación. Además, busca fomentar la participación de la sociedad civil y facilitar la transferencia de conocimientos y tecnologías, integrando tanto la ciencia como el conocimiento tradicional de manera efectiva. Esto permite una colaboración más sólida y eficiente en la conservación de la tierra a nivel global.
Cumpliendo con el enfoque anual, en esta oportunidad el país que figurará como anfitrión será el Reino de Arabia Saudita, y su nombramiento no es en vano, pues en los últimos años, ha trabajado significativamente por mejorar su situación ambiental. Se han presentado una serie de iniciativas a fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, proteger los ecosistemas e incentivar la sostenibilidad.
En este sentido, Nájera promueve la adopción de prácticas eco-tecnológicas en nuestros hogares, como “los sistemas de captación de lluvia y la implementación de biofiltros. Estos dispositivos son fundamentales para la purificación de las aguas grises, contribuyendo así a la conservación de nuestros recursos hídricos”. Además, “el uso del baño seco, que es una alternativa sostenible que opera en armonía con la regeneración del suelo. Este sistema, basado en el compostaje de nuestras excretas, no solo elimina la necesidad de agua, sino que también transforma los desechos en compost, enriqueciendo los suelos y promoviendo su fertilidad”.
Para más información de Rizoma:
https://www.uniminutoradio.com.co/rizoma/