Por: Diana Torijano Garzón
Siempre que llega un nuevo gobierno para Colombia, implica cambios para los diferentes sectores que hacen parte de nuestra sociedad, tal vez para agrado de uno y desagrado de otros, depende cómo sea visto. Entre los temas que se han estado discutiendo en los últimos días, está el servicio militar obligatorio.
Antes de hablar de qué se trata la propuesta del presidente Gustavo Petro y por qué se está considerando su eliminación – o modificación – después de tantos años, primero hay que comprender qué es y cómo funciona en Colombia. Para eso, hay que tener en cuenta lo que dice la Ley 1861 de 2017: “El servicio militar obligatorio es un deber constitucional dirigido a todos los colombianos de servir a la patria, que nace al momento de cumplir su mayoría edad para contribuir y alcanzar los fines del Estado encomendados a la Fuerza Pública”
En otras palabras, es un reclutamiento por parte de las instituciones de la Fuerza Pública para que los hombres mayores de 18 años -de forma obligatoria – y las mujeres que, voluntariamente se quieren inscribir, estén capacitados y listos cuando las necesidades públicas lo requieran. Sin embargo, la ley mencionada expone las exclusiones por las que el hombre puede objetar este deber.
Algunas de ellas son cuando se es hijo único, hijo de padres que estén incapacitados para trabajar o mayores de 60 años que no cuenten con pensión o sustento, huérfano o encargado de manutención de hermanos menores que no puedan llevar sustento, entre otras exclusiones.
Ahora bien, entrando en tema sobre la iniciativa presentada ante el Congreso por el senador Humberto de la Calle y el Representante a Cámara por Antioquia Daniel Carvalho respecto a eliminar gradualmente el servicio militar hasta que se convirtiera en algo voluntario y no forzoso, hay que tener en cuenta los motivos de esta propuesta. Uno de ellos se basa en la condición socioeconómica de los hombres que son reclutados, en su mayoría jóvenes bachilleres, los cuales son de los estratos de 0 a 3. Según un artículo publicado por El nuevo siglo, las estadísticas de reclutamiento son las siguientes:
Soldados bachilleres el 9,42% pertenece al estrato cero; el 14,75% al estrato uno; el 54,40% al estrato dos; el 19,39% al estrato tres; el 1,9% al estrato cuatro; el 0,13% al estrato cinco; y el 0,01% al estrato seis.
Mientras que en la categoría de soldados regulares el 2,15% pertenece al estrato cero; el 21,58% al estrato uno; el 59,48% al estrato dos; el 14,55% al estrato tres; el 1,15% al estrato cuatro; el 0,92% al estrato cinco; y el 0,17% al estrato seis.
Con estas cifras, se puede afirmar que la propuesta busca incentivar las opciones y el derecho a la toma de decisiones de los jóvenes respecto a su situación militar, ya que la gran mayoría son reclutados de forma forzosa cuando terminan el bachillerato. Desde su cuenta de Twitter, Humberto de la Calle ha presentado su proyecto como el reemplazo del servicio militar obligatorio por un servicio social para la paz ya que se espera una mayor equidad en el reclutamiento voluntario y que no solo se centre en los estratos 0, 1, 2 y 3.
No solo es importante reconocer lo que se ha debatido en el Congreso sobre este tema, también hay que tener en cuenta los testimonios de quienes han vivido esta experiencia y qué tan de acuerdo están con esta iniciativa. En este caso está don Julio, quien solicitó no revelar su apellido por seguridad, es proveniente de la ciudad de Cali y comentó sobre lo que ocurrió cuando fue reclutado y lo que tuvo que pasar durante 12 meses de servicio:
“Cuando yo era un ‘pelaito’ por allá en Aguablanca, el barrio donde yo vivía, yo trabajaba en una tienda para sacar la plata de la libreta. Pero preciso ese día se me hizo tarde, cuando me pararon unos militares que se bajaron de un camión (…) Al no tener libreta ni estar en la universidad, me llevaron al batallón; yo ya sabía lo que iba a pasar”
También agregó: “En vez de ser un servicio militar, parecía un curso de sirvientas porque me pusieron a ser los quehaceres de uno de los coroneles del batallón casi todo el tiempo. Y de resto, era entrenar físicamente casi a lo inhumano, me internaron en el bosque y selva a veces para medir si era bien machito para ser soldado”
Con estas declaraciones, muchos hombres han manifestado que gran parte del servicio militar que debían realizar, era para atender necesidades personales de quienes se encontraban en los cargos superiores, dejando de lado el verdadero objetivo que plantea este servicio. Por lo tanto, no es descabellado – como diría De la Calle – plantearse la posibilidad de que los hombres puedan tener alternativas en vez de verse obligados a prestar el servicio.
Sin embargo, era de esperarse que se pronunciaran quienes están en contra de esta iniciativa. Por ejemplo, la senadora de ultraderecha representando al Centro Democrático, María Fernanda Cabal. La ideología de la senadora respecto a la servicio militar, la expone como “un valor patriótico” y que, al ser eliminado, sería una falta en contra el artículo 126 de la Constitución Política de Colombia; pero lo que ha generado más confusión es que sus exigencias no concuerdan con la situación militar de sus dos hijos varones, a pesar de que ya son mayores de edad y no presentan ninguna limitante para prestar el servicio. Aun así, mantiene su postura de que debe continuar esta obligación como lo ha hecho durante años.
Adicional a eso, el general (r) Juvenal Díaz declaró en la W Radio que la eliminación del servicio militar es un “atentado contra la seguridad nacional” porque la incorporación empezaría a disminuir drásticamente, dejando como consecuencia zonas desprotegidas y que los delincuentes puedan actuar con más libertad.
En este punto es importante aclarar y resaltar que la propuesta de la eliminación del servicio militar obligatorio, no es algo que se hará súbitamente, porque el ministro de Defensa Iván Velásquez afirmó en la Comisión Primera del Senado que si se realiza de esa forma, habrá desestabilidad y afectaciones en las Fuerzas Militares. Por lo tanto y en caso de que se apruebe en definitiva la iniciativa, MinDefensa deberá estar al tanto de cómo se mantienen las proporciones de soldados inscritos (tanto profesionales como regulares) y tomar las acciones necesarias para que haya la mayor estabilidad posible; especialmente por su apuesta por la paz y la recuperación de la confianza hacia las instituciones de la Fuerza Pública.
Para finalizar, hay que recordar que este tema aún se encuentra en discusión; por ahora se ha aprobado esta iniciativa en su primer debate con una votación de 58 a favor y 4 en contra. Aún quedan 6 debates más, por lo que es necesario que De la Calle y Carvalho presenten con mayor solidez y mayores recursos la sostenibilidad de la iniciativa para que haya las menores afectaciones posibles entre sujetos y entidades involucradas. No cabe duda del apoyo de unos y el descontento de otros, por lo que será crucial la presentación de argumentos y evidencias para la defensa de la postura en cuestión y el planteamiento de una alternativa que sea benéfica para todos, especialmente para el pueblo colombiano.