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¿Creatividad en el aula de clase?

Escrito por Giovanny Ramírez, estudiante de Licenciatura en Filosofía

La educación emocional y Filosofía para Niños guarda en la actualidad un importante acercamiento, tal es el caso de las prácticas desarrolladas en Galicia – España por la psicóloga Carmen Loureiro, quien compartió en el Puente acerca de su experiencia en la práctica filosófica y en la relación que ésta establece con el arte y las emociones.

Carmen, inicia expresando que el arte es un motor de impulso para el diálogo y junto a este también está el juego, dos elementos que atrapan la atención de las personas y desatan inquietudes y cuestionamientos que se suscitan a partir de las emociones. En la práctica, la Filosofía para Niños ha hecho que jueguen armónicamente el pensamiento y las emociones, pues se trabaja en lo cognitivo, en las habilidades de pensamiento, sin olvidar lo emocional como una parte que condiciona el modo de pensar del ser humano. Entendiendo así que la Filosofía para Niños es una propuesta que contempla al ser desde una visión holística.

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Por otro lado, es importante destacar que la razón puede ser cultivada a partir del percibir, el sentir y el pensar, ya que a través del diálogo se da una apertura de ideas y por lo tanto se pone en práctica la espera, la escucha empática y atenta del otro, la sensibilidad y la manera de dirigirnos. Todas estas habilidades tienen que ver con el pensamiento cuidadoso, una propuesta en la que se reconcilian lo cognitivo con lo afectivo, afirma Loureiro.

Convertir la clase en una obra de arte tiene que ver con la forma de entablar el diálogo y tener pasión por crear, disfrutar y transformarnos a nosotros mismos y a nuestros entornos, trabajando por aquello que no nos gusta y modificándolo de manera creativa. Tradicionalmente los estudiantes son el producto de un estilo académico y no uno educativo, cuando el estudiante empieza a trabajar de otra manera y lo disfruta, deja de importarle la “calificación”, lo cuantitativo. Cuando la gente participa en un aprendizaje cooperativo, compartido, lo disfruta, lo vivencia y le gusta la experiencia, de manera que la va a querer repetir. Carmen Loureiro afirma que para que esta motivación se dé, hay que tener en cuenta cinco variables, llamar la atención, sorprender, hacer que la experiencia sea placentera y significativa, valorativa y energizante. De manera que cuando la persona disfruta, está más dispuesta a ahondar, investigar e ir más allá.

Así pues, la clase como una obra de arte se relaciona con el pensamiento multidimensional en tanto que integra todo el carácter cognitivo con lo emocional, lo ético y lo social.

Conduce Víctor Andrés Rojas

| Nota del editor *

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