Para algunos expertos en el tema no hay mucho que celebrar; antes, por el contrario, el cambio climático por el que viene atravesando el planeta nos convoca día a día a no bajar los brazos para seguir trabajando por un mejor medio ambiente.
Hace unos días, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), expidió un comunicado en el que se afirma que México es el segundo país, después de Estados Unidos, con más especies en peligro de extinción en el mundo.
La misma entidad dio a conocer que, mientras en otras regiones del planeta la desaparición de especies pasa desapercibida, la disminución progresiva de las abejas, considerado el ser vivo más importante del mundo, pone en peligro la seguridad alimentaria de todos, dada su importancia en el proceso de polinización en los cultivos.
Según la UICN, una de las causas principales en la extinción de las abejas es la ampliación de la frontera agrícola por la tala de grandes extensiones de bosques para priorizar cultivos como la soja y el maíz, entre otros.
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Son varios los países que a nivel mundial implementan nuevas políticas medioambientales en aras de proteger a esta especie en peligro de extinción en algunas partes del planeta. En Alemania, más específicamente en Baviera, la protección de las abejas se ha convertido en tema prioritario que ha llevado incluso a muchas personas a las calles para exigir que estos animales sean protegidos por el mismo Estado.
A la tala indiscriminada de bosques, se suma la utilización de agentes agroquímicos nocivos para la salud de estos importantes seres vivos. En Colombia, son varias las instituciones que hacen llamados para proteger esta especie en peligro.
En el año 2018, la situación de las abejas voló hasta el Senado de la República, en donde el tema fue presentado por la senadora Maritza Martínez, una de las ponentes de un proyecto de ley que busca promover la protección de las principales polinizadoras. Para Martínez, se hace necesario la creación del Sistema Nacional de Apicultura, entidad que estaría a cargo del Ministerio de Agricultura.
En cuanto a la tala indiscriminada de árboles, Colombia y Brasil, se han convertido en los países que más selva tropical han perdido. En total, el planeta habrìa perdido en 2018, más de 12 millones de hectáreas de selvas.
En el caso brasileño, parece complicarse con la llegada al poder del ultraderechista Jair Bolsonaro, quien prioriza las grandes industrias y las extensas zonas de cultivos de soja, destinadas a suplir la enorme demanda de China, que tras la guerra comercial con Estados Unidos, principal productor de soja, encontró en el gigante suramericano su principal proveedor.
Según la ONG Imazon, en enero del presente año se estima que la deforestación en la Amazonía brasileña aumentó cerca de un 54%.
En Colombia, también se ha alertado sobre la tala indiscriminada de la selva Amazónica. Gracias al Proceso de Paz con la guerrilla de las FARC, se pudo investigar el tema más a fondo. Durante los años 2017 y 2018 se registró un aumento del 9% en la tala de selva virgen en territorio nacional lo que deja ver la falta de políticas públicas encaminadas a proteger y preservar los recursos naturales del país.
Sumado a la falta de políticas que logren preservar la naturaleza, la minería ilegal en muchas regiones del país afecta el medio ambiente, porque en su afán de explotar los recursos mineros contaminan los suelos y los cuerpos de agua con cianuro. Las ganancias económicas obtenidas con esta actividad, van a parar a manos de grupos armados que en últimas, son la única autoridad en distintas regiones del país.