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El arte popular como práctica comunicativa de re-existencia

Escrito por Giovanny Ramírez, estudiante de Licenciatura en Filosofía

En el día de hoy dialogamos con los profesores Andrea y Eduardo acerca del arte popular y sus diferentes posibilidades a la hora de plantear alternativas de ser y de estar en el mundo globalizado actual. En programas anteriores, veíamos cómo el hombre es esencialmente trabajo y que, justamente, mediante él, se autoproduce o se crea a sí mismo. Pues bien, el trabajo es también histórica y socialmente, la condición necesaria de la aparición del arte[1]. Esta afirmación resulta difícil de concebir en sociedades como las de hoy, en las que la actividad laboral, por condiciones de explotación diversas, resulta ser más una suerte de actividad mecánica y tediosa, que un disfrute de producción consciente y creativa.

Cabe señalar que trabajo y arte estuvieron íntimamente relacionados para proporcionar al hombre primitivo nuevas y mejores condiciones de vida. Los primeros instrumentos dieron cuenta de la capacidad de éste para crear objetos idóneos para satisfacer sus necesidades más elementales; pero también, de la capacidad de elevarse sobre la materia, transformarla y proyectarse a sí mismo en creaciones con cualidades propiamente estéticas (como las figuras de animales, los motivos decorativos en los instrumentos de caza, utensilios de barro, etc.). Pasando, así, de lo útil a lo estético, de la necesidad práctica, a la necesidad espiritual y, en ultimas, del trabajo al arte. En este tránsito, fue como el hombre prehistórico fue tomando consciencia de su ser creador.

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De manera que no solamente el trabajo, sino que también el arte ha jugado un papel fundamental en la constitución del hombre, sobre todo en sus formas de humanizarse, de elevarse sobre su condición inicial y desarrollar las fuerzas espirituales que le son propias. Pero con el tiempo el arte se convirtió en una actividad elitista y con la revolución industrial y la llegada del capitalismo, quedó relegado a las galerías privadas y a las demandas del mercado. No obstante, con la revolución rusa, vinieron juntamente nuevos intentos de unir el arte con la vida. Mediante el diseño, los vanguardistas rusos quisieron llevar a cabo un proyecto de socialización del arte en el que éste podía ir a la vida, servir a lo social, comunicarse a la masa, sin dejar por ello de ser arte.

El sacrificio de lo estético a lo funcional, propio de la producción en masa, quedó superado con esta gran conquista de nuestro tiempo: el diseño como una nueva síntesis de lo estético y lo funcional al servicio de las necesidades sociales. En contra del conservadurismo imperante, los artistas rusos quisieron, mediante el diseño, salir de sí mismos para acercarse a la masa, para socializar la creación artística, cosa que el capitalismo destinó para unos pocos. De modo que pese a las limitaciones propias de la época, no se pueden ignorar los alcances que, desde la revolución de octubre dejaron los artistas rusos; sobre todo, en los ideales contemporáneos de llevar el arte a contextos populares, en los que la necesidad de plantear alternativas al modelo de vida hegemónico del sistema capitalista, mediante el goce estético, es una necesidad vital.

Ejemplo de ello fue la obra del padre Rafael García Herreros quien, entre otras cosas, creó el Museo de Arte Contemporáneo en medio de un barrio popular como lo es el Minuto de Dios. Por su parte, los profesores Eduardo y Andrea también son unos impulsores de dicho arte desde las dinámicas propiamente colombianas. Ellos le apuestan al arte en cuanto practica comunicativa de resignificacion de la vida que acontece en las periferias, desde lenguajes y practicas propios y al margen de los discursos eurocéntricos dominantes. Re-existir a partir de lo propio y re-inventar nuevas relaciones entre el arte y la vida fue, pues, el hilo conductor de esta interesante charla que nos hizo repensar nuestra historia, para caminar con Europa, más allá de Europa… Hacia la autocreación de vidas propias entendidas como obras de arte que todos pueden hacer posible.

[1] Cf. Sánchez, A. (1986). Las ideas estéticas de Marx, México: Ediciones Eras, S. A.

Conduce Valkyria Bernal

| Nota del editor *

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