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El continente de la Esperanza y los papas

Viajes papales y los cambios sociales

Después de dos mil años san Pablo VI fue el primer Papa en llegar a la Patria Grande, la de los chibchas, mayas, incas, aztecas y tupis-guaraníes. Brasil, por ser la nación que cuenta con el mayor número de católicos de toda la tierra, ha sido visitada por los tres últimos pontífices. En todos los viajes papales está todo cronometrado. San Juan Pablo II en sus viajes se caracterizó por besar la tierra al arribar al país visitado. Premonitoriamente el papa polaco habría profetizado hace 35 años la huida de los jóvenes de Venezuela.

En 1968 la percepción papal sobre América Latina, fue el de un “gran continente que mientras ha favorecido a quienes lo promovieron en un principio, ha descuidado la masa de las poblaciones nativas”. A los hermanos separados de las iglesias cristianas reveló que “La vuelta de todos a la Unidad no será nunca el resultado de un compromiso humano o de un tentativo que sirva exclusivamente para estrechar entre nosotros los lazos sociales. Será realizada por el Espíritu”.

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San Juan Pablo II en 1986 desde Medellín, invitó “a los países de América Latina a que se empeñen en crear una auténtica solidaridad continental”. Benedicto XVI abrigó “muchas esperanzas” en este Continente, que ama y conoce “cuán grandes son sus problemas y, por otra parte, cuán grande es su riqueza”. Francisco en 2015 en Quito, habla de un Continente que “experimenta la migración, la concentración urbana, el consumismo, la crisis de la familia, la falta de trabajo, las bolsas de pobreza”.

Los escenarios sociales que han encontrado los papas en más de medio siglo de trasegar por estos lares, han cambiado siguen poco como lo revelan los discursos papales del siglo XX y del XXI. Las pruebas por las que ha atravesado Colombia, fueron vistas por san Juan Pablo II de gran magnitud “que han hecho recaer sobre sus habitantes desgracias y dolores a veces inenarrables”. En la casa presidencial señaló que “Los pueblos pobres no pueden pagar costos sociales intolerables sacrificando el derecho al desarrollo, que les resulta esquivo, mientras otros pueblos gozan de opulencia”. No resignarse “ante la corrupción, la injusticia y la violencia. Queréis un cambio radical, en la que todos los colombianos puedan compartir y disfrutar de los bienes que Dios creó para todos y no sólo para unos pocos”, les dijo a los jóvenes. De la clase trabajadora de esa época conoció constató de parte de los padres “el dolor de ver a los hijos privados de lo necesario para su alimento”, y de los que sufren porque no tienen trabajo, “después de haberlo buscado inútilmente y a pesar de estar capacitados para ello”.

El papa argentino después de un viaje intenso, del 6 al 11 de septiembre de 2017; refiriéndose a la paz, perturbada por una guerra que el calculaba sobre sesenta años, invitó a “dar un segundo paso” a un pueblo “que no tiene miedo de expresar lo que siente”. Comprobó que “Es cierto que en este enorme campo que es Colombia todavía hay espacio para la cizaña. No nos engañemos”. También la corrupción, dijo, ha provocado esta enfermedad del odio.

El Brasil fue visitado por Francisco en su primer viaje internacional, intercontinental, a su continente, y aconsejó a su clase política a “rehabilitar esa ciencia para que logre cada vez más y mejor la participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza. Que a nadie le falte lo necesario”. Cuando aislamos a los jóvenes, cometemos una injusticia; les quitamos su pertenencia, puntualizó.

Argentina fue visitada por san Juan Pablo II en 1982 y 1987; en la primera como Mediador en el conflicto entre esa Nación y Gran Bretaña. Cinco años después pidió poner fin “a un sistema laboral que obligue a las madres de familia a trabajar muchas horas fuera de casa y al descuido de sus funciones en el hogar; que no valore suficientemente la labor agrícola; que margine a las personas minusválidas; que discrimine a los inmigrantes”.

Ecuador recibió a san Juan Pablo II en 1985 en “momentos nada fáciles en el terreno económico-social”. El papa Francisco visitó el centro del mundo en 2015, año de complicadas tensiones y protestas sociales.

Perú recibió a san Juan Pablo II en 1985 y 1988. En el país inca el máximo prelado de la iglesia católica encontró una espiral de violencia “precisamente en las zonas más postergadas y postradas de la comunidad nacional”. Resaltó la necesidad de “una creciente solidaridad “para dar a cada peruano una dignidad renovada”; llamando a “construir un Perú más fraterno y reconciliado, un Perú mucho más justo, un Perú sin violencia, un Perú donde reinen la honestidad, la verdad, la paz, un Perú más humano”. En 2018 en Puerto Maldonado, el papa Francisco dijo que “Probablemente los pueblos originarios amazónicos nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora. La Amazonia es tierra disputada desde varios frentes: por una parte, el neo-extractivismo y la fuerte presión por grandes intereses económicos que apuntan su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales. Paralelamente, existe otra devastación de la vida que viene acarreada con esta contaminación ambiental propiciada por la minería ilegal. Me refiero a la trata de personas: la mano de obra esclava o el abuso sexual.” Al mundo concentrado en ese momento en el Perú le dijo: “No nos hagamos los distraídos ni miremos para otra parte. Hay mucha complicidad.”

En 1987 san Juan Pablo II recorrió los barrios más pobres de Santiago de Chile, conociendo de primera mano los sufrimientos; y a los jóvenes de ese país les aconsejó “no agotarse en la simple denuncia de los males existentes. En vuestra mente joven han de nacer, y también ir tomando forma, propuestas de soluciones, incluso audaces”.

En Bolivia en 1988 san Juan Pablo II en los 5 días de gira encontró un panorama, en verdad bastante sombrío; “viendo de cerca las dificultades de este querido país, golpeado por la pobreza, la falta de un mayor desarrollo y recursos, la insolidaridad y la injusticia; los casos de niños que mueren en temprana edad por desnutrición y el desempleo creciente, un gran desajuste entre los salarios y el costo de la vida siempre en aumento y las casi 4.000 comunidades campesinas desparramadas obligadas a soportar un alto índice de pobreza”. En 2015 Francisco, que en sus visitas a un país primero lo documentan al dedillo y después constata en persona, mencionó de Bolivia

“las múltiples exclusiones e injusticias que sufren en cada actividad laboral, en cada barrio, en cada territorio. Son tantas y tan diversas”.

En Uruguay san Juan Pablo II también estuvo dos veces; en su recorrido por los diecinueve departamentos, se acercó especialmente “a quienes carecen de los medios suficientes para sustentar su vida, a los que no tienen casa y a los desocupados”, es decir a los que más sufren.

San Juan Pablo II en 1985 indicó que por los “problemas económicos, dificultad en hallar empleo, clima de inmoralidad” que se vivía en Venezuela “alguno podría ceder a la fácil tentación de la huida”

En Paraguay en 2015 el papa Francisco de la misma manera encontró que “hasta épocas muy recientes ha conocido el sufrimiento terrible de la guerra. ¡Cuánto dolor y cuánta muerte!”.

@luforero4

| Nota del editor *

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