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El evangelio de la familia

El obispo de Roma subrayó que “cuánto sea importante que las familias se pregunten a menudo si viven a partir del amor, por el amor y en el amor.

Probablemente en los últimos tiempos antes de la pandemia que sufre la humanidad este año, las familias habían estado tan congregadas, permitiendo rescatar costumbres olvidadas, conduciendo  a la crisis de la primera célula de la sociedad, la familia, a la que el magisterio de la iglesia y el papa Francisco se ha ocupado  en diversas intervenciones: en un ciclo orgánico de catequesis; en  la Encíclica Lumen Fidei,  de 2013; en  las Exhortaciones Apostólicas Evangelii Gaudium  de 2013 y Amoris laetitia,(sobre el amor en la familia) de 2016,  escrita para que fuera una especie de guía para vivir con alegría el evangelio de la familia; en la Fiesta de la Familias 2015, en el Sínodo de los Obispos de ese mismo año y en la Carta a las Familias en 2018. En el Concilio Ecuménico Vaticano II, en la única Constitución pastoral Gaudium et Spes, se dedica un capítulo entero a la promoción de la dignidad del matrimonio y la familia.

De acuerdo con esos documentos, la familia es considerada la primera escuela de los niños, escuela de humanidad, escuela que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros; lugar en que es urgente aprender tres palabras: “perdón”, “por favor” y “gracias”. La familia es el mejor asilo para los ancianos, la gran riqueza social, una pequeña Iglesia, es decir la «Iglesia doméstica»; donde los padres transmiten la fe a sus hijos. Las familias son espacios de libertad, verdaderos centros de humanidad; son un faro que irradia la alegría de su amor en el mundo; el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros; en fin, la familia es el hospital más cercano, “cuando uno está enfermo lo cuidan ahí”.

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“¿Y a su Hijo dónde lo mandó? ¿A un palacio, a una ciudad, a hacer una empresa? Lo mandó a una familia. Dios entró al mundo en una familia”.

 “Cuando uno está en familia se siente en casa”, y es allí “donde aprendemos la fraternidad, donde aprendemos la solidaridad, donde aprendemos a no ser avasalladores, “se aprende a pedir permiso, a decir “gracias” a dominar la agresividad o la voracidad”; donde aprendemos a recibir y a agradecer la vida como una bendición y que cada uno necesita a los demás para salir adelante.” En la familia “no hay lugar para las «caretas», somos lo que somos”.

El ocaso de la familia comienza cuando “no se sabe esperar, no se sabe pedir permiso, no se sabe dar gracias”, cuando una casa queda vacía, no de gente ni de muebles, “sino vacía de relaciones, vacía de contactos humanos, vacía de encuentros, entre padres, hijos, abuelos, nietos, hermanos, cuando no se sabe pedir perdón. Porque en toda familia hay peleas. El problema es después, pedir perdón”.

¿De qué nos salva la familia? “De dos fenómenos actuales, la división, y la masificación”.

El obispo de Roma subrayó que “cuánto sea importante que las familias se pregunten a menudo si viven a partir del amor, por el amor y en el amor. Eso, concretamente, significa darse, perdonarse, no impacientarse, anticipar al otro, respetarse”.

@luforero4

| Nota del editor *

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