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El trueque solidario, un alivio en la pandemia

Desde Uniminuto y con el apoyo de las lideresas del barrio Potosí, se creó un colectivo para ayudar a miles de familias en la localidad de Ciudad Bolívar durante la pandemia de COVID-19.

Por: Juan Felipe Sosa Amaya

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Según la Alcaldía Mayor de Bogotá, en 2021, la mayoría de la población de Ciudad Bolívar vivía en los estratos uno y dos. El 53.6% de las personas trabajaba en la informalidad, el 16.3% no tenía empleo, y más de 150,000 menores de edad entre 0 y 13 años habitaban este territorio.

La Corporación Universitaria Minuto de Dios —junto con estudiantes de Trabajo Social del semillero Estado, Cultura y Poder, y posteriormente de la práctica profesional— emprendió una labor de transformación y construcción de tejido social en el barrio Potosí, trabajando desde 2013 en una intervención sostenida de ocho años. 

Según Marcela Rojas Peralta, profesora de Uniminuto: “El objetivo de la investigación era visibilizar las formas en que las poblaciones periféricas de Bogotá, ubicadas específicamente en el barrio Potosí de Ciudad Bolívar, realizaban ejercicios para contrarrestar efectos tanto económicos como sociales”.

Algunas de las actividades relacionadas con la construcción de ese tejido social estuvieron organizadas alrededor de “La escuela popular y deportiva del barrio Potosí”, el “cine a la calle”  y el “carnaval intercultural y de la memoria ”propuesto por estudiantes de trabajo social en colaboración con los líderes comunitarios y el Consejo Comunal del Barrio.  Sin embargo, la pandemia de COVID-19 alteró drásticamente las dinámicas en el sector. 

Los problemas de la pandemia

A partir del 19 de marzo de 2020, la emergencia sanitaria impuesta por la Alcaldía Mayor de Bogotá y el Gobierno Nacional generó incertidumbre en todo el país, ya que no se sabía cuánto durarían las medidas ni los riesgos económicos que enfrentarían las familias. En el barrio Potosí, muchas personas no contaban con la estabilidad económica necesaria para su sustento diario.

Los estudiantes y líderes sociales se organizaron para continuar su intervención en el barrio, aunque esta vez su presencia estaría limitada por las medidas y controles establecidos para evitar la propagación del virus. Con la llegada del COVID-19, los líderes del barrio, junto a los estudiantes de la universidad, se reunieron en abril para diseñar nuevas estrategias y continuar con sus actividades en la zona. 

La virtualidad se convirtió en una herramienta esencial para la comunicación y creación de nuevas dinámicas. “Ese giro no hubiera sido posible si no nos hubiéramos contactado con los líderes comunitarios, con sus dolores, sus angustias, sus situaciones en ese momento”, recuerda la profesora.

Uno de los problemas que enfrentaban las familias era la imposibilidad de sacar fotocopias, necesarias para que los niños pudieran continuar sus estudios, ya que el costo de las mismas oscilaba alrededor de los 10.000 pesos, una suma que muchas familias no podían pagar. Además, había un desabastecimiento de alimentos en muchos hogares de la localidad, lo que dificultaba cubrir las tres comidas diarias.

Las lideresas del barrio, Marcela Sepulveda y Gladys Márquez, junto a las estudiantes de la Universidad Minuto de Dios, Valentina Bonilla y Gloria Robledo, quienes realizaban sus prácticas profesionales en el territorio, idearon una solución que beneficiaría tanto a los niños en sus estudios como a las familias de escasos recursos.

El nacimiento del Trueque Solidario

El proyecto del Trueque Solidario nació de la necesidad de solventar los problemas de alimentación y material de estudio para los niños. Según la Alcaldía Mayor de Bogotá, la localidad de Ciudad Bolívar recibió 236,000 auxilios (mercados, bonos alimentarios y comida caliente) durante la cuarentena, y más de 16,000 familias se beneficiaron de estas ayudas durante la pandemia.

Aunque el Distrito apoyó con estos auxilios, no fue suficiente, y el trueque solidario se convirtió en una iniciativa crucial para enfrentar esta problemática en la localidad. Marcela Sepulveda, una de las lideresas del colectivo semillas de la esperanza que acompañó la iniciativa, explica: “Yo no tenía cómo darle de comer a mis hijos, y el colegio me pidió un paquete de diez copias por cada materia, y cada hoja costaba 700 pesos en la miscelánea en época de la cuarentena. Entonces, nace la iniciativa del trueque como una forma de solidaridad con otras mamás”.

La primera propuesta fue que las copias que necesitaban los niños no se pagarían con dinero, sino con alimentos para intercambiar. Luego, se planteó la necesidad de un método de difusión: se creó un volante para que la gente pudiera intercambiar sus donaciones por el material de estudio para los niños. En este proceso se diseñó también un logo, se creó un correo electrónico y se compartieron números telefónicos para que la comunidad pudiera colaborar con el proyecto.

Una de las ayudas recibidas en esta campaña provino del colectivo de la Escuela de Cine Comunitario “Ojo al Sancocho”, del barrio Potosí, liderado por Jefrey Albarrán, quien ya había trabajado con la comunidad anteriormente. Ellos propusieron elaborar una pieza publicitaria para atraer a más personas y entidades privadas que quisieran apoyar la causa, utilizando su red de apoyo para consolidar la iniciativa y expandirla en la localidad.

El Trueque Solidario en acción

La iniciativa se desarrolló con la idea de intercambiar copias por comida. Para ello, se necesitaba una fotocopiadora, que fue donada por el colectivo Wayra, una huerta cercana en el sector que decidió contribuir con esta causa recolectando alimentos a cambio de los paquetes de copias necesarios para los estudiantes.

Para evitar aglomeraciones, las guías de estudio se enviaban al correo truequesolidario0@gmail.com, junto con la fecha y hora para que los estudiantes realizaran el intercambio del trueque, el cual se efectuaba  semanalmente.

A medida que el colectivo crecía, se delegaba roles a los integrantes para llevar a cabo su ejecución en el territorio. Varios actores, tanto barriales como institucionales, ayudaban con la divulgación y publicidad para recolectar insumos para la comunidad. Además, Angie, integrante del proceso cultural del barrio, realizó un video de divulgación para generar más impacto, además de enviar cartas a varias instituciones para que se sumaran a la iniciativa.

Gloria Robledo, una de las estudiantes de Trabajo Social que realizaba sus prácticas en ese año, afirma: “Lo que hicimos fue buscar redes de apoyo externas que estuvieran dispuestas a aportar en ese momento. Se hizo y se divulgó una publicidad a través de las redes sociales, lo que hizo que algunas personas se interesaran en aportar, ya sea económicamente o con algún alimento”.

Las estudiantes de Uniminuto se encargaron de enviar correos a instituciones privadas y públicas para obtener más ayuda. Debido a la emergencia sanitaria, no estaban presentes en el territorio y esta labor la ejercían desde la virtualidad. Las lideresas del barrio identificaban a las familias más vulnerables del sector para entregar lo recolectado.

Un ejemplo de resiliencia y comunidad en Ciudad Bolívar

El Trueque Solidario no solo ayudó a solventar la alimentación y la educación en el barrio Potosí, sino que también contribuyó en el área de la salud, proporcionando medicamentos para la comunidad, sillas de ruedas para personas con movilidad reducida, y creando una red de apoyo que unió a la localidad de Ciudad Bolívar. También brindó asistencia al pueblo indígena Embera que reside en el sector.

El Trueque Solidario se ha convertido en una solución para uno de los sectores más vulnerables de Bogotá. La pandemia, la cuarentena y las limitaciones para llegar al territorio no fueron impedimentos para crear una marca con sello Uniminuto y de comunidad, que logró satisfacer una necesidad y alcanzar un bien común en el territorio.

El trabajo de Valentina y Gloria fue fundamental para el barrio Potosí, tanto que, en la actualidad, esta iniciativa de unidad aún se mantiene, rompiendo barreras frente a una enfermedad que detuvo al mundo, pero no a la solidaridad y el apoyo entre seres humanos.

“La universidad juega un papel importante porque hay una visibilidad respecto a lo que ha venido haciendo Uniminuto en el barrio. En ese sentido, varios de los pobladores que están ahí y que pudieron acceder a los diferentes procesos que se hicieron o en los que se ayudó a materializar algunos proyectos, tienen presente que son parte de los estudiantes de Uniminuto que fueron a aportar al barrio”, afirma la trabajadora social.

Para más información de Rizoma
https://www.uniminutoradio.com.co/rizoma/

| Nota del editor *

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