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La ballena (The whale) 

La fragilidad humana expuesta en muchas capas

Por: Daniel Rojas Chía 

El director neoyorquino Darren Aronofsky regresa con La ballena, (The whale), una de las películas más esperadas, después de 5 años de ausencia, luego de tener en sus hombros cintas como Madre (2017) El cisne negro (2010), o la conocida Réquiem por un sueño (2010).

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.Esta película que pone a prueba al espectador, con una historia de redención y autodestrucción que fue ovacionada en el Festival de Cine de Venecia 2022, presenta a Charlie, (Brendan Fraser), un solitario profesor con obesidad severa que intenta reconectar con su hija adolescente Ellie (Sadie Sink), al tiempo que construye un mundo autodestructivo para sí mismo, en una última oportunidad de redención.

Uno de los temas que más llama la atención de esta película es la aparición del actor Brendan Fraser, una de las estrellas de los 90, que a sus 53 años regresó a los aplausos y a la calurosa ovación de varios festivales alrededor del mundo, hecho que le dio un tono diferente a la película, basada en la obra de teatro homónima de Samuel D. Hunter.

El largometraje de Aronofsky presenta a un personaje perturbado y con profundos conflictos que se van desarrollando con los arcos narrativos de la película, que mientras avanza propone sorpresas que aumentan la tensión.

Un punto fuerte de la cinta es su maquillaje, y cómo Charlie se desenvuelve en los espacios donde él mismo se hizo prisionero. La gesticulación y los movimientos corporales del personaje impactan de manera fuerte, llevando al espectador a juzgar de inmediato, situación que propone un debate moral que se transforma con la información que se le proporciona.

Además, la película presenta diferentes aristas desde el espectáculo de la autodestrucción con Ellie y su parte de la trama que es clave. Cada personaje influye directamente en el protagonista y eso le permite un desarrollo pausado, pero con gran riesgo. Todo depende del peso dramático que pueda construir Brendan Fraser, pero es precisamente ese punto lo que lo ha hecho merecedor de tantos galardones y en mi opinión, un seguro ganador del premio Oscar como mejor actor principal.

La ballena lleva al espectador a cuestionarse continuamente frente a cómo se nos enseña a ver las cosas, y las formas que puedan tener emociones como el arrepentimiento, la amistad, el amor, la culpa, el odio hacia sí mismo y la muerte. La película propone ese debate incómodo del existir y el sentido que cada persona le puede dar a ello, construido con figuras familiares que relacionan una crítica hacia la religión, la sociedad y su manera de ver al otro.

La película de Darren Aronofsky conmueve de tal manera que es imposible que el espectador no logre relacionarse en alguna parte o no encuentre un lugar común, no solo con su protagonista sino con sus talentosos actores que le imprimen a la historia los conflictos necesarios para impulsar de buena manera.

Es el caso de Liz (Hong Chau) que tuvo un peso dramático esencial en la narrativa, una de las mejores actuaciones del año, que le ha valido varias nominaciones a mejor actriz de reparto, incluidos los Premios Oscar.

La ballena es una película que cautiva de muchas maneras y que le recuerda a quien la ve que las decisiones en ocasiones llevan a lugares poco conocidos, donde a veces es casi imposible escapar, y que los rencores propios y la culpa, son de los venenos más oscuros del ser humano.

| Nota del editor *

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