Por: Luisa Guzmán Santofimio. 4to. Semestre
A principio del año pasado el mundo se detuvo, no había forma de continuar. La COVID-19 hizo que millones de personas cesaran sus actividades alrededor del planeta. La incertidumbre se posicionó del ambiente, las personas transitaban en la calle sin saber qué camino tomar, cuál era la razón de lo que estaba pasando o en qué lugar estaban esas personas que en su momento ocuparon dichos espacios: los niños que iban y venían del colegio, el señor que ofrecía dulces al subirse a la estación de Transmilenio, la señora que vendía arepas al final de la calle, los carros que formaban trancón, y el trajín que hacía parte de la caótica, amada, pero en ese momento irreconocible Bogotá. Todo era incierto, ¿Dónde estaba todo aquello que alguna vez estuvo y ya no está?.
Para ese momento Jennifer Aristizábal, empresaria, profesora y mamá del sur de Bogotá con 28 años, tenía una microempresa en cinco centros comerciales de la ciudad. Contagiaba de diversión a las familias que se animaban a jugar Mario Kart, un juego en el que los competidores debían explotarse bombas entre sí, y el ganador continuaba jugando hasta que fuera derrotado por algún otro participante.
Con la pandemia su emprendimiento tuvo que cerrar en marzo de 2020 No solo se cerró una microempresa, con ella se fueron más de cuatro años de esfuerzo y dedicación. Tenía a su cargo más de diez jóvenes empleados, que con el trabajo que les brindaba suplían algunas necesidades de estudio, transporte, alimentación y útiles: “Lo más duro fue quitarles el empleo a esas personas que tanto nos ayudaron en su momento”, recuerda Aristizábal.
Las medidas de confinamiento y distanciamiento social dejaron consecuencias negativas sobre la economía colombiana. De acuerdo con las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en los primeros seis meses de 2020 se perdieron 2.7 millones de empleos frente al mismo periodo del año anterior, consecuencia de una caída de -7,4% del Producto Interno Bruto (PIB) durante el primer semestre del año. Esta afectación se presentó con mayor intensidad en las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), responsables de 17 millones de empleos en el país, de acuerdo con cálculos de la Asociación Colombiana de Pequeñas y Medianas empresas (ACOPI).
La travesía por sobrevivir a lo desconocido nunca fue menor. Cuando se es parte del desarrollo de la economía de un país, se es partícipe del sueño de crear una microempresa, y también de los sueños de quienes dependen del trabajo que se brinda. Así fue como microempresarios, con lo poco que tenían a la mano, tuvieron que sobrevivir, endeudarse seguir, aunque ya no fuese con su emprendimiento. “Las pequeñas y medianas empresas que no tenían dinero para soportar lo que debían pagar, quebraron y tuvieron que cerrar en nuestro país y en el mundo”, recuerda Jennifer Aristizábal. Las unidades productivas más pequeñas son especialmente vulnerables en este contexto, por sus dificultades para adaptarse a un choque externo de estas proporciones.
El contraste
Mientras algunos se preparaban para la angustia y desolación, Aracelly Manrique, mamá y abuela de 67 años creó su emprendimiento unos meses antes de que iniciara la pandemia. El olor de la sazón de unas deliciosas arepas con mantequilla rellenas de queso invadieron el barrio el Restrepo, al sur de la ciudad. Cuando nada parecía estar bien para millones, Manrique, con el dinero que obtenía, solventaba las necesidades de su hogar: “El secreto está en el amor con el que se haga el producto, tenemos los protocolos adecuados para prepararlo, siempre estaba bien hecho, era llamativo y, sobre todo, era muy necesario que el producto se viera aseado”, explica Aracelly.
El Centro de Innovación y Emprendimiento, (INCUBA) y el Grupo de Estudios en Administración del CESA (GEA), analizaron 154 emprendimientos del país e identificaron que el 16% presentó un impacto positivo ante la crisis del coronavirus:
“Para hacer que el emprendimiento sea duradero se debe procurar que el comprador sienta que las arepas están a su alcance cuando las necesite”, dice Aracelly. Una encuesta realizada en agosto de 2021 por el DANE a micronegocios evidenció que en el segundo trimestre de 2021 la cantidad de micronegocios aumentó un 9.4% en comparación con
el mismo periodo del año 2020. Para haber sido un episodio trágico, las frecuentes cuarentenas dieron lugar a que las personas pudieran crear, experimentar e innovar en el mercado desde sus propios gustos.
Aprendizajes
Sofía Díaz participó del juego Mario Kart, la microempresa de Jennifer Aristizábal, y solo tiene buenos comentarios al respecto: “Es divertido cuando ves juegos así en los centros comerciales, te distraen un poco de todo lo que está a tu alrededor y te permite pasar un rato agradable con las personas que también juegan contigo. Volvería a jugarlo de verlo otra vez en algún sitio”.
A diferencia de Mario Kart las arepas de Aracelly se mantuvieron a flote, cada día se vendían más y más. Sigue preparando y encantando con la sazón de sus arepas, vende más de trescientas arepas al mes, ha podido organizarse para contribuir económicamente a su familia a través del arte de cocinar. Ha pasado casi año y medio desde que fuimos conscientes que el mundo que conocimos cambiaría para bien o para mal, en tanto que millones de pequeñas y medianas empresas junto con sus trabajadores se esfuerzan por superar los desbalances económicos, sociales, físicos y mentales que la pandemia ha dejado a su paso.
Sin embargo, cada día que transcurrió entre cuarentenas y aislamientos fue un tiempo adicional de respiro para el planeta, y para todos esos pequeños microempresarios dispuestos a explorar su creatividad, imaginación a fin de transformar aquellas microempresas y emprendimientos que luchan por sostener la economía del país y la de
los hogares que dependen de su existencia.