En la primera presentación del romano pontífice ante los embajadores en 2014 y en los años sucesivos, se ha referido entre otros temas, a los conflictos bélicos que azotan a la humanidad, llamados por él la “tercera guerra mundial a trozos”— y que “son la manifestación más clara de la cultura del descarte”.
Las tensiones no faltan en ningún Continente; en Europa permanecen “congelados” casos como los relacionados con los Balcanes occidentales y el Cáucaso meridional, incluida Georgia y la reunificación de Chipre. Otro tema que ha dominado estos encuentros diplomáticos es el tema de migrantes y migraciones. Al respecto el papa argentino ha anotado que “Gran parte de las causas que provocan la emigración se podían haber ya afrontado desde hace tiempo”
En su primera intervención ante el Cuerpo Diplomático en 2014 el papa repasó “las imágenes de destrucción y de muerte que hemos tenido ante los ojos en el año apenas terminado”. Eran producto de las reyertas en Siria, Oriente Medio, Líbano, en Egipto, en Irak, en Nigeria, en la República Centroafricana, en Sudán del Sur, en la República de Corea; que, aplicados a todos estos países, “le cuesta llegar a la deseada paz y estabilidad”, dijo el sumo pontífice. Ese año también mostró su preocupación por “el éxodo de los cristianos de Oriente Medio y del Norte de África” y el drama de las multitudes obligadas a huir por la carestía, la violencia o los abusos, especialmente en el Cuerno de África y en la Región de los Grandes Lagos.
En 2015 su discurso se dirigió a lo que se vivía en ese momento y ahora, “una auténtica guerra mundial combatida por partes”, presente en Ucrania; Oriente Medio, “la amada tierra de Jesús” que “sufre otros conflictos, que se arrastran ya durante demasiado tiempo”; Siria e Irak, Libia, y Yemen, “a causa de la propagación del terrorismo de carácter fundamentalista”. Yemen vive una de las más graves crisis humanitarias de la historia reciente, en un clima de indiferencia general por parte de la Comunidad internacional, señaló. En Nigeria y otras partes de África, como Libia, la República Centroafricana, Sudán del Sur y algunas regiones del Cuerno de África y de la República Democrática del Congo, la guerra sigue dejando una estela se muertes, heridos y desplazados. «No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio», añadió ese año. Igualmente elogió la “decisión de los Estados Unidos de América y Cuba “de poner fin a un silencio recíproco que ha durado medio siglo”; loó el Acuerdo que pone fin a largos años de tensión en Filipinas; “los esfuerzos realizados para lograr una paz estable en Colombia” y “restablecer la concordia” en Venezuela.
En 2016, iniciado el año ya aparecían en el horizonte muchas tensiones: la región del Golfo Pérsico y el ensayo militar realizado en la península coreana. En el año que transcurrió, en su charla con los diplomáticos rememoró “los sanguinarios atentados terroristas de los últimos meses en África, Europa y Oriente Medio”; de su visita a Bolivia, Ecuador y Perú, concluyó que son “pueblos que no se rinden ante las dificultades”; citó la grave emergencia migratoria que a lo largo del año 2015 afectó principalmente a Europa y que dejó “las imágenes de los niños ahogados en el mar”, y lo trágicamente vivido el día a día en la frontera entre México y los Estados Unidos de América.
En 2017, en el encuentro diplomático, el papa de la iglesia católica, se ocupó de la seguridad y de la paz, que continuó perturbada en el orbe por “una locura homicida que usa el nombre de Dios”; segando la vida de numerosas víctimas en Afganistán, Bangladesh, Bélgica, Burkina Faso, Egipto, Francia, Alemania, Jordania, Irak, Nigeria, Pakistán, Estados Unidos de América, Túnez y Turquía. Abogó nuevamente para que “se reanude el diálogo entre israelíes y palestinos”.
En 2018 dedicó la reunión diplomática a la Declaración Universal de los Derechos Humanos que ese año cumplió setenta años desde su adopción y le dolió “constatar cómo muchos derechos fundamentales están siendo todavía hoy pisoteados. El primero entre todos los derechos a la vida”.
En 2019 puntualizó que “A la política se le pide tener altura de miras y no limitarse a buscar soluciones de poco calado. El buen político no debe ocupar espacios, sino que debe poner en marcha procesos”. Respecto del trabajo reflexionó “sobre otra plaga de nuestro tiempo, es decir, las condiciones de los trabajadores”, y de la “tercera guerra mundial a pedacitos”, se lamentó de la “tendencia cada vez más generalizada a armarse, tanto por parte de personas individuales como de los estados”.
En 2020 manifestó su preocupación ante los delegados diplomáticos por “la multiplicación de crisis políticas que se van extendiendo en numerosos países del continente americano”, cuyas raíces atribuye el papa de 85 años “por profundas desigualdades, por injusticias y por la corrupción endémica, así como por las diversas formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas”. Exteriorizó su intranquilidad por el aumento de la tensión entre Irán y Estados Unidos, y mencionó la importancia de “formar a las generaciones futuras en el diálogo interreligioso”. En esta oportunidad le dolió constatar frente a la audiencia diplomática “cómo continúan episodios de violencia contra personas inocentes, entre los que se cuentan muchos cristianos perseguidos y asesinados por su fidelidad al Evangelio, en particular en Burkina Faso, Malí, Níger y Nigeria”.
Francisco, que llegará a 86 años este año, los mismos que tenía Benedicto XVI cuando renunció, y cercano a completar el tiempo que permaneció el Papa Emérito en el Pontificado de Roma, 7 años, 10 meses y 9 días, este año no ha acudido a la cita con el Cuerpo Diplomático, supuestamente por motivos de salud.