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Transmitir y trascender para cambiar

La sociedad tiene el deber de respetar al otro u otra en su forma de vestir, de pensar, de hablar, de lo que hace, de su género, de su identidad y orientación sexual, aspectos que a veces se pasan por alto y se asumen como normales. Se cree que no existen los estigmas, prejuicios o estereotipos hacia quienes expresan una identidad de género distinta a la heteronormativa.

Por: Andrea Daniela Amaya y Diego Stiven Castro. 6to. Semestre

Existen quienes piensan que pertenecer a la población Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transgénero, LGBTIQ+, es involutivo, que va en contra de las leyes de la vida y de unas leyes divinas. Discriminan a esta población en la vida cotidiana, que en muchas ocasiones carecen de los derechos básicos que por su condición de seres humanos merecen. La T representa a la población trans, a quienes por años se les ha vulnerado sus derechos, personas que no se reconocían con su sexo biológico al nacer. 

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El término cisgénero, del cual no se tiene mucho conocimiento, significa el reconocerse con el género asignado. La palabra cis en latín significa “de este lado”, opuesto a la palabra transgénero, que en su partícula trans hace referencia “al otro lado”. 

Comprender ese otro lado, y cómo se construyen esos estigmas y su injerencia en el diario vivir de las personas trans, es necesario en el contexto de un mundo diverso que no discrimina seres humanos por su condición de vida.

“Desde mi punto de vista la transfobia es una manifestación extrema de un concepto nominado, no por las personas trans que estudiamos estos sistemas sexo-género, que es cissexismo”, dice Rebeca Garza, integrante de la organización Queretrans en la ciudad de Querétaro, México. Garza explica que este término “es una ideología como el racismo, el clasismo, el capacitismo”, que enfatiza en que las personas cisgénero piensan que su orientación “es la verdadera, es la natural, es la más legítima”. 

Esta forma de estigmatización de la que habla Rebe, como es conocida, fue incluida alguna vez por la Organización Mundial de la Salud, OMS, como una enfermedad mental, y el hecho de ser trans era visto como una enfermedad tratable como una patologización, que se intervenía con terapias de reconversión, con tratamientos hormonales, cirugías, entre otros supuestos procedimientos, que generaban en la persona malas experiencias, que podría dejar secuelas en las mujeres y hombres trans.

la casa de las muñecas Tiresias, comunidad de México

Un reflejo de dicha estigmatización, falta de comprensión y priorización hacia la población trans, es el hecho que hasta 2018 la OMS sacó a la transexualidad de la categoría de “enfermedades mentales”, un ejemplo de desconexión y desconocimiento social y cultural. “No se habla de diversidad desde la formación, y es un tema que debe tratarse desde la currícula escolar”, asegura Vanina Lobo, coordinadora nacional de la estrategia Promotores Educadores Pares PEP Trans con la Asociación Un Nuevo Camino ASUNCAMI, en Bolivia.

Una de las dificultades es la necesidad que la identidad de género sea reconocida judicial o médicamente por algún ente ajeno a la persona interesada, una discusión en auge durante los últimos años, porque ¿Quién más para corroborar su identidad de género que la persona implicada?

Como indica Garza, en 2015 inició una etapa en México en la que se adjudicó y se sigue desarrollando la “autoadscripción”, que establece que no se requiere de la confirmación legal de nadie para confirmar la identidad de género. Rebe insiste que las personas trans saben lo que son desde su infancia, un proceso que se espera continúe por toda Latinoamérica, aunque aún falta camino por recorrer.

En esta apuesta concuerda Vanina Lobo, la segunda mujer trans reconocida en Bolivia en su documento de identidad: “Entonces, independientemente de que me reconozca el Estado ¿qué es lo que pasa con los funcionarios públicos en salud? Si para ellos no soy una mujer. Me dicen: para mí, no sos una mujer

Vanina Lobo Escalante, mujer trans de Bolivia, Foto tomada por: Revista Ego Bolivia

Soy quien soy 

El devenir histórico, los efectos del régimen machista y heteronormativo han convertido la infancia trans en una experiencia especialmente intensa, denotada principalmente por la violencia simbólica y sistemática que transgrede el reconocimiento identitario desde la niñez. Como lo indica el informe “Cuerpos excluidos, rostros de impunidad. Informe de violencia hacia personas LGBT en Colombia”, realizado por Colombia Diversa, Caribe Afirmativo y Santamaría Fundación en el 2015, la transgresión de la identidad desde la infancia dificulta una fácil enunciación, que tiende a ser reconocida como objeto de señalamientos, burlas y acosos, especialmente en el ámbito escolar.

El entorno familiar también juega un papel significativo en este proceso, Rebe recuerda que: “cuando tenemos un entorno de amor, de comprensión, de cariño, muchas podemos externarlo y nos pueden acompañar en estos tránsitos, pero eso es muy raro, es algo más reciente. Muchas lo hemos hecho a contracorriente, incluso a pesar de la familia”. En muchos entornos la condición de persona trans se torna en un pretexto de rechazo, deshonra o vergüenza. Desde la niñez, empezando por la familia, estas formas de violencia sistemática se han naturalizado. “Desgraciadamente no hay escuelas de padres donde les enseñen cómo llevar la vida con hijos o hijas trans, también estamos trabajando por esas infancias trans”, dice Kenya Cuevas, directora de la Asociación Civil Casa de las Muñecas Tiresias, en Ciudad de México.

Premios Cali Vive LGBTI, 2021. Revista Cali vive LGBTI, Colombia https://www.instagram.com/calivivelgbti/

 “Ser trans es prácticamente una manera de resistir” 

Ante la pregunta de cuáles son esas formas de resistencia en su país, Vanina dice, recordando sus experiencias: “Batallamos, batallamos… En lo cultural aquí no somos aceptadas, no se habla de diversidad en los pueblos indígenas originarios, por algo somos un Estado Plurinacional, porque hay 36 naciones indígenas”. 

También adelantan las demandas correspondientes para la defensa de sus derechos en los 3 niveles del Estado: municipal, de gobernación y nacional.  “En ese sentido no estamos quietas, interpelamos al Estado desde la cultura”, resalta Vanina que también integra el Movimiento Departamental de las Diversidades Sexuales y de Género en Santa Cruz de la Sierra, en donde vive.

Al respecto la CIDH establece que, en los últimos años la comunidad trans ha sido objeto de estigma, exclusión y discriminación en la participación de actos culturales, o que han sido incluidas desde una mirada denigrante y burlona, aspecto por el que, con más fuerza aún, las resistencias de cualquier índole toman un valor reivindicador.

Según la Encuesta Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas, ENCSPA, realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, DANE, en 2019 en Colombia, muestra que apenas un 0,05% de los consultados se identifica como hombre o mujer trans, cifras que sin embargo es necesario tomar con cautela ante la inseguridad de asumirse como una persona trans, sumado a que muchas organizaciones señalan que dichas encuestas no reflejan la realidad.

Ilsa Aguilar, presidente de Queretrans señala: “ser trans es prácticamente una manera de resistir”, porque el cissexismo y la discriminación hacia las personas trans sigue siendo estable y sólido. Resalta además el papel de las instituciones del Estado, las privadas e incluso las religiosas. 

Ilsa cuenta que tiene una batalla con la Iglesia Católica, que surgió ante un reclamo que hizo relacionado con su acta de su fe de bautismo: “yo les he solicitado que modifiquen mi nombre en mi acta de fe de bautismo, porque es un documento que habla de mi identidad y que puede ser rectificado”. 

Comunidad Trans México

Este caso ya llegó a los juzgados federales donde no le han resuelto su derecho de rectificación. Señala que la iglesia no quiere hacer el cambio de sexo porque le dicen que eso no es posible. Para Ilsa este asunto visto desde la visión eclesiástica tiene muchas implicaciones: “Ahí empiezan a argumentar esta creencia de la existencia de solo hombres y mujeres, como de cosas inmutables, pero sabemos que es su postura, y esta mirada no es nueva”, subraya la también socióloga.

Hernando Botero, director de la Revista Cali Vive LGBTI, señala que es necesario cambiar esa mentalidad de: “relacionar a las personas trans como trabajadoras sexuales o informales. Creo que deberíamos saber capacitar a nuestra gente y abrir los espacios para que las personas trans puedan potenciar sus habilidades, que accedan a espacios laborales como cualquier otra persona, que encuentren apoyo de parte de las empresas y de la gente que no hace parte de la comunidad y que por lo general demuestran desconocimiento del tema”. 

Botero explica cómo a través de la revista es posible evidenciar aspectos culturales: “tenemos el Grupo Élite, nuestro grupo de baile, allí tenemos a una persona trans, y hemos impactado en su vida ayudándola para salir adelante, porque la presentamos como una artista”.

Premios Cali Vive LGBTI, 2021. Revista Cali vive LGBTI, Colombia https://www.instagram.com/calivivelgbti

Instituciones, oportunidades y sociedad

Frente a las expresiones que hacen contrapeso a los imaginarios socioculturales discriminatorios y violentos, es necesaria la generación de discursos y formas alternativas para que la población trans pueda ser integrada y representada de diversas maneras en la sociedad. Kenya, quien también apoya a personas en condición de vulnerabilidad comenta: “Algo que hemos detectado es que la discriminación y la violencia no la ejerce el pueblo, la ejerce el sistema, las instituciones que no permiten el avance de políticas públicas y de leyes que puedan garantizar el ejercicio de derechos”. 

Kenya recuerda que México es uno de los países con más crímenes de odio y más machista, aspecto que complejiza la plena inclusión de la población trans a la sociedad en salud, empleo, educación y un largo etcétera. Enfatiza que las mujeres trans acuden al trabajo sexual por necesidad: “es el único lugar para tener un ingreso en el ámbito laboral. Desgraciadamente en no pocas ocasiones estamos relegadas al trabajo sexual”. 

 “Nosotras no queremos derechos exclusivos para personas Trans, queremos derechos igualitarios, que se nos respete por el simple hecho de nacer”, es el reclamo de Kenya. “Cuando decidimos ser trans abandonamos todo, perdemos familia, amigos, primos, padres, escuela, trabajo, herencias, perdemos absolutamente todo por defender nuestra identidad”, señala la activista mexicana. 

Si bien las dificultades para este grupo poblacional son innegables, es posible apreciar avances legislativos que abogan por la identidad y orientación de género, normas que apuestan por incluir adecuadamente a las personas trans en la cotidianidad sin rechazo. Sin embargo, quienes son ajenos a estas dinámicas sociales tienen la tarea de informarse para construir una visión crítica sin caer en estigmas o estereotipos.

No será sino hasta que la vida y la diversidad de estas personas sea reconocida y valorada por el simple hecho de ser, que podremos hablar de paz, de una verdadera paz en la sociedad. Como señala Kenya con una frase que la representa a ella y a su activismo: “mi mayor venganza es que seamos felices”.

Premios Cali Vive LGBTI, 2021. Revista Cali vive LGBTI, Colombia https://www.instagram.com/calivivelgbti/

| Nota del editor *

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