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Una traición y una foto

Por: Ingrid Tatiana Gómez Ruiz

Esa noche se despidió como cada vez que nos visitaba, con un beso y un fuerte abrazo, pues éramos sus niñas. Cruzó la puerta y se marchó, estuvimos despiertas hasta tarde jugando y hablando. Cuando eran las 11:30 pasaron una patrulla y una ambulancia, el frío que recorrió nuestros cuerpos fue penetrante, la sensación que tuvimos cuando esas sirenas interrumpieron nuestra conversación y esas luces iluminaron nuestra habitación, nos dejaron un sinsabor, pero no alcanzamos a imaginar el porqué de nuestra reacción.

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Al día siguiente a las 7:00 de la mañana, mi abuelita tocó la puerta de la casa, preguntando por nuestra tía, pues creía que había dormido allí. Mi mamá le respondió que ella se había ido la noche anterior para donde una amiga, que debía estar con ella, así que la llamaron insistentemente, pero no contestó. En ese momento inició la verdadera pesadilla: llamaron a nuestros tíos, a la policía y a los vecinos para que nos ayudaran a buscarla, ella jamás se quedaba fuera sin que mi abuela supiera a dónde iba a dormir.

Fueron horas de angustia, de incertidumbre buscando respuestas: ¿Dónde estaba? ¿Por qué no contestaba el celular? ¿Por qué no llamaba? ¿Por qué nadie nos daba razón? Fueron a hospitales, a estaciones de policía; a donde la amiga a donde se había ido que negó haberla visto, que dijo que mi tía no había llegado la noche anterior. El desespero comenzó a traer consecuencias, mi abuelita se puso muy mal, a mi mamá, tuvimos que darle valeriana para que calmara los nervios, y cada hora que pasaba sin saber nada se hacía eterna.

Después de varias horas los policías del CAI del barrio le informaron a mi tío que la noche anterior habían matado a una mujer a unas cuadras de nuestra casa, que los hechos eran materia de investigación y que no sabían cómo había sido, ni porqué.  Le mostraron una foto de la persona que habían encontrado, pero la imagen no permitía identificar bien a la persona, aunque la ropa coincidía con la descripción que habíamos hecho de las prendas que llevaba mi tía la noche anterior. Mi tío decidió que tenían que ir para estar seguros.

Fue a la casa, nos reunió a todos y nos dijo: “Anoche mataron a alguien en la cuadra por donde vive Magdalena (la amiga de mi tía a donde ella nos dijo que iría), una mujer que en algunos rasgos cumple con la descripción que dimos de Marta, tenemos que ir a Medicina Legal a reconocer el cuerpo”. Mi abuela se negó y dijo que no podía ser ella, que era un error, que ella no iría a ver muertos de otras familias, así que otros integrantes de la familia se tuvieron que llenar de valor para ir hasta ese lugar y verificar si era su cuerpo.

Salieron mi abuelo, mi tío y mi hermana, los demás familiares nos quedamos en casa de mi abuela pidiéndole a Dios que todo fuera un error, una confusión, y que esa mujer no fuera mi tía. Cuando llegaron a Medicina Legal, mi abuelo y mi tío se tensionaron mucho, y dijeron que ellos no eran capaces de entrar, así que fue mi hermana quien ingresó a hacer el reconocimiento.

Después de dos largas horas volvieron a casa, mis primos y yo, que en ese momento éramos los más pequeños, estábamos viendo una película. De repente escuchamos el grito de mi abuela y de mi mamá que entre sollozos dijeron: esto no puede ser. ¡Porqué ella que no le hacía daño a nadie! En ese momento entendimos que, mi tía era la mujer de la foto. La tristeza se apoderó de la familia, la confusión de los más pequeños era inexplicable, y el dolor de la pérdida de un ser amado opacó la alegría con la que la familia se había reunido el día anterior.

Todos en la familia querían saber por qué la habían matado y quien lo había hecho. La única información que teníamos era la que nos habían dado los policías: la mataron por la espalda, con dos tiros en la cabeza, hay tres testigos, pero son niños, ellos no pueden declarar. Nosotros necesitábamos conocer los motivos de tal atrocidad. Mi abuelita contrató un investigador privado en busca de esas respuestas, y a la semana de que el hombre fuera a la casa para contarle los primeros avances de sus pesquisas, comenzaron las amenazas hacia diferentes integrantes de nuestra familia, y mi abuelita decidió parar la investigación y dijo: “No quiero un muerto más en mi familia, tenemos que dejar ese tema así”.

Después de casi 10 años de la muerte de mi tía, mi mamá decidió ingresar a unos cursos de costura y de manualidades en el barrio, donde conoció a una jovencita muy amable. Se hicieron cercanas, tanto que mi mamá le habló de su familia. Un día, la muchacha le pidió a mi mamá que le mostrara fotos de sus hijos, ella accedió y le pasó su celular; la joven comenzó a pasar las fotografías y entre las cuales había una foto de mi tía. La jovencita, aterrada y temblorosa le devolvió el celular a mi mamá y le preguntó quién era la mujer de la foto, mi mamá le respondió que era su hermana.

Pasaron unos minutos, la joven se calmó y mi mamá le preguntó por qué de su reacción al ver esa foto, ella le respondió: yo vi cuando la mataron; dos hombres en una moto llegaron por detrás, y sin mediar palabra y a sangre fría la asesinaron. Mis primos y yo salimos corriendo a escondernos cuando vimos la situación, nuestros papás salieron a buscarnos y nos llevaron a casa, al otro día estábamos en la ventana y vimos llegar a los mismos hombres a la casa de nuestra vecina, y esa vecina era la mujer de la que toda nuestra familia sospechaba, era Magdalena, ese día supimos quiénes eran los dos hombres que habían actuado de esa manera y por qué lo habían hecho.Después de esa información la familia se sintió un poco más tranquila, pues la incertidumbre estuvo por mucho tiempo presente en nuestras vidas, pero también sentimos una decepción profunda, debido a que eran amigas desde hacía muchos años, y las razones por las que esa mujer había decidido asesinarla eran todavía más crueles: mató a la persona que la ayudó cuando no tenía nada, que le brindó su confianza y le prestó dinero para que saliera adelante, y por no pagarle ese dinero decidió asesinarla. Magdalena no solo mató a mi tía, también mató las ilusiones de toda una familia que jamás pensó que esa mujer alegre y trabajadora se fuera a ir de este mundo por culpa de alguien tan despiadado como aquella mujer.

| Nota del editor *

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