2 septiembre, 2016
A fines de junio de 2016, el nuevo Código de Policía había pasado todos los debates en el Congreso y estaba listo para aprobación presidencial. Aunque sin duda era necesaria una nueva legislación sobre las reglas de policía, la nueva redacción hace predecir que el remedio resultará peor que la enfermedad. Y es que al lado de indudables avances en materia de civilidad (multas a quienes boten basura fuera de los sitios indicados, etc.), los redactores aprovecharon para colgarle a la nueva legislación una serie de verdaderos ‘micos’, o quizá mejor, ‘orangutanes’.
Para poner el tema sobre el tapete y aclarar las dudas, el colectivo Loma Sur, que se encarga los últimos jueves de cada mes de realizar el programa Voces en Movimiento, indagó con Alirio Uribe, representante a la Cámara, acerca de esas críticas. Además, dialogó en cabina, el 30 de junio, con Diana Cubillos, abogada, defensora de DD.HH. y miembro del CNDH, sobre esos puntos críticos. Y por supuesto, consultó como siempre en la calle las opiniones de la gente acerca de los grandes ‘micos’ y los superpoderes que le entrega a la Policía el nuevo Código.
El programa analizó en particular varios puntos: 1) la posibilidad que plantea la nueva legislación de entrar a cualquier domicilio sin orden judicial; 2) la detención de cualquier ciudadano a mero criterio de la Policía (por ejemplo, ellos juzgan si alguien está drogado, o si presenta alguna amenaza para la salubridad pública); y 3) las sanciones a quienes invadan el sacrosanto espacio público, sin miramiento ninguno de la situación actual de desempleo creada por la debacle neoliberal.
Todos estos superpoderes se dan además en un contexto de conocidos hechos de corrupción y descomposición en la Policía. ¿Tiene sentido dotar de superpoderes a un cuerpo armado en este estado? ¿Además, no se da cuenta nuestra dirigencia política de la situación tan crítica de la mayoría de la población colombiana, para que, encima, le impongan más sanciones económicas y mucha más opresión?