Por: Santiago Arenas Preciado
Desde ese recordado marzo del año pasado, cuando se registraron los primeros casos de covid-19 en Colombia, la posibilidad de viajar se vio afectada drásticamente, y el acceso al viejo continente para turistas no fue la excepción.
El presidente de la república Iván Duque, en medio de una situación sanitaria sin precedentes declaró el estado de alarma en el territorio nacional, lo que significó la orden de cerrar el Aeropuerto Internacional El Dorado para pasajeros provenientes de otros países, y que únicamente pudieran viajar quienes cumplieran con las excepciones estipuladas, como el caso de los vuelos humanitarios.
En principio esto significó considerables pérdidas económicas para la mayoría de las aerolíneas nacionales e internacionales. Además, las restricciones turísticas no se limitaron meramente al ámbito socio-económico, pues también perjudicaron seriamente las relaciones familiares, de amistad, laborales y sentimentales de quienes tenían vínculos a distancia.
El pasado 1 de septiembre algunos países miembros de la Unión Europea autorizaron el acceso al territorio de turistas provenientes del Colombia después de casi un año y medio, haciendo especial énfasis en los Países Bajos, donde tenía lugar la agónica historia de una colombiana nacionalizada neerlandesa que llevaba más de dos años sin ver a sus hijos por las restricciones.
Esta historia tiene su génesis en Bogotá donde Yinet Van Hendradhy, madre de dos jóvenes se vio obligada a migrar a Europa, donde desde el año 2014 había contraído nupcias con un ciudadano holandés. Van Hendradhy intentó en repetidas ocasiones aprobar el examen de permanencia y ciudadanía que lleva por nombre inburgering, que consiste básicamente en una evaluación que pone a prueba la escucha, la escritura y los conocimientos básicos de la cultura general del país y su lengua.
Infortunadamente para esta familia, van Hendradhy desaprobó en repetidas ocasiones dicho examen, lo que significó que sus hijos alcanzaran en este tiempo la mayoría de edad, y que perdieran la cobertura del visado que el Estado de los Países Bajos les proporcionaba en su calidad de menores. De tal modo que esta bogotana tuvo que tomar una difícil decisión: dejar a sus hijos solos en Colombia y marcharse a Ámsterdam con el amor de su vida, a vivir su tan anhelado matrimonio que hasta entonces había sido intermitente por la distancia.
Luego de cinco largos años de dedicación y estudio logró aprobar el examen en septiembre de 2019, lo que significó por fin su arribo al Aeropuerto Internacional Schipol. Hasta ese entonces el corazón de esta madre estaba dividido, no obstante, sabía que ahora su realidad económica iba a mejorar significativamente, lo que se traducía en la capacidad de solventar tiquetes que oscilaban entre los tres y cuatro millones de pesos colombianos.
Ese 14 de marzo marcó el inicio del viacrucis para ver de nuevo a sus hijos, hecho que ocurría en simultáneo con el dolor de la distancia que invadía el corazón de Yinet, pues a su vez la racionalidad la hacía comprender el desalentador e incierto panorama por el cual estaba pasando el mundo entero.
Las primeras noticias respecto al cierre del Aeropuerto El Dorado fueron ofrecidas por la ministra de transporte Angélica Orozco, que en un comunicado oficial señaló que se esperaba reanudar acciones en el aeropuerto para el 13 de abril, fecha para la cual ya se habría evaluado la contingencia del coronavirus detenidamente.
Mientras tanto la expectación creció en Yinet, ya que, como la mayoría de las personas tenía la esperanza que el Coronavirus durara un par de semanas. El tiempo transcurría, y mientras la página oficial de la aerolínea Air France KLM, pese a la ausencia de vuelos disponibles, mantenía precios de temporada baja, ocasionó que Yinet en su ingenuo afán comprara dos boletos para sus hijos.
Para agosto del 2020 la densidad de la situación había esclarecido bastante; lo que en el pasado era solo un pequeño receso de dos semanas se volvió la normalidad para el mundo entero. Las constantes noticias, y la aparición de nuevas cepas del virus SARS-CoV-2 produjeron que en los Países bajos se aumentaran las restricciones internas y se hiciera impensable una apertura turística.
Una particularidad es que Holanda fue el último país de la Unión Europea en comenzar la vacunación, que se inició el miércoles 6 de enero del presente año, que para entonces estaría dos semanas atrasado comparado con los demás países europeos, pues por un error de cálculo la vacuna que se había comprado era la de AstraZeneca, que no estaba aún permitida, en contraste con la de Pfizer, la primera farmacéutica avalada oficialmente, que resultó en el retraso para el gobierno Holandés que aún no la había adquirido.
El plan de vacunación en Colombia para estas fechas no estaría ni cerca de empezar. El 17 de febrero el presidente Duque anunció la apertura del plan de vacunación con las primeras 50.000 dosis que se habrían de suministrar en principio a personal en salud de la primera línea, de la policía, de los cuerpos de bomberos, etc.
Para entonces Yinet van Hendradhy ya habría tenido que cambiar la fecha de los tiquetes de sus hijos en dos oportunidades. El meollo del asunto residía en que la vacunación era por etapas que cubrieron con prioridad a adultos mayores y a personas con enfermedades de alto riesgo. Fue hasta el 14 de agosto de 2021 que el Ministerio de Salud aprobó que se aplicará la primera dosis contra el coronavirus para jóvenes entre los 20 a 24 años, grupo en donde se encontraban los hijos de la colombo-neerlandesa.
Cuenta Yinet que las lágrimas por no haber visto a sus hijos por más de dos años eran su pan de cada día. Para julio Hendradhy habría congelado los tiquetes para no tener que pagar más dinero ante el cambio constante de las fechas de viaje.
Pero la luz al final del túnel fue visible para esta familia puesto que el pasado 4 de septiembre la Geemente Ámsterdam publicó en su sitio web oficial un comunicado según el cual ciudadanos provenientes de Colombia al igual que de la mayoría de las naciones de América del Sur, habían sido retirados de la “lista roja”, y oficialmente podrían ingresar al territorio Schengen, previo cumplimiento de una serie de requisitos.
Los requisitos eran tener el carnet de vacunación completo y haber pasado al menos 15 días desde la última dosis, y una prueba PCR realizada durante las 24 horas antes del vuelo. La felicidad de Yinet fue inexplicable: “Dios ha contestado mis oraciones, el próximo sábado 27 de noviembre podré ver a mis niños, y por fin los tendré en mis brazos”.
Esta es solo una de las muchas historias sucedidas en el contexto de la pandemia. Viene a la memoria el caso de la familia Fontecha Arenas, quienes vivieron una situación parecida en Canarias. El panorama actual presenta alentadoras noticias que dan a entender que cada vez estamos más cerca de alcanzar la nueva normalidad.