Por: Julián León. Egresado
El 16 de agosto, como rutinariamente hago, intenté ingresar a mi Facebook a leer lo último en actualidad noticiosa. Vaya sorpresa que me llevé cuando se me notificó en mi correo personal que mis credenciales de acceso a la red de Zuckerberg habían sido cambiadas a las once de la noche del día anterior. La seguridad de mi Instagram también estaba involucrada.
Desde entonces mi cuenta duró secuestrada por tres días. Los esfuerzos parecían en vano: no valían las denuncias en Facebook; los reportes por suplantación que gran parte de mis compañeros hicieron; ni los esfuerzos por restablecer las contraseñas afectadas, aun cuando demostré gráficamente mi identidad a través de los mecanismos de los que la red social dispone.
Mi temor iba más allá de perder una cuenta que me ha pertenecido prácticamente toda mi vida. También me asustaba pensar que accedieran a información más sensible, como la relacionada con cuentas bancarias. Parece una utopía, pero el delito, como ustedes saben, está en constante evolución.
Sin embargo, el hackeo a mi cuenta de Facebook sí involucró a terceros. Tal fue el caso de dos familiares y tres amigos a quienes la persona que efectuó el ataque cibernético les solicitó, haciéndose pasar por mí, préstamos de dinero por $300.000, $500.000 e, incluso, 6 millones de pesos. A un primo llegaron a ofrecerle un televisor, seguramente ficticio.
Afortunadamente ninguno cayó, pero la experiencia sirve para darles la razón a las cifras: el ciberdelito viene en auge desde que la pandemia irrumpió en nuestro día a día. Solo para llevarse una idea, durante la temporada de aislamiento, la actividad maliciosa en internet en nuestro país aumentó en más del 150%, según estimaciones del Centro de Capacidad para la Ciberseguridad de la Policía Nacional.
No obstante, la tendencia es regional. Según la plataforma de ciberseguridad, Fortinet, tan solo en el primer semestre de 2021 América Latina sufrió más de 7 mil millones de intentos de ciberataques.
Es seguro que los ataques cibernéticos continúen en lo que queda de 2021. De acuerdo con la firma especializada en seguridad digital, Kaspersky, este año los criminales digitales perfeccionarían sus tácticas de ataque empleando tecnologías como la Inteligencia Artificial y desarrollando códigos maliciosos RAT para vulnerar sistemas operativos como Android.
Ante ese panorama los expertos de Kaspersky recomiendan seguir pautas para proteger la información de su vida digital como la utilización de software de cifrado para encriptar la información que envíe por internet; el empleo de contraseñas seguras en su computador y en cuentas bancarias; el uso de autenticación de doble factor (2AF) -mecanismo disponible en Facebook-; y la delimitación y restricción del acceso a insumos sensibles como su nombre completo, número de identidad, dirección, teléfonos o números de cuentas en redes sociales.
Me gustaría agregar una más: si en determinadas circunstancias un conocido lo contacta para solicitarle alguna ayuda económica, verifique a través de otros medios la identidad de quien le escribe. Tener el número de contacto a la mano para corroborar ese pedido es una buena estrategia.
Espero que mi experiencia les sirva a otros para darle la seriedad oportuna que merece el ciberdelito. En términos generales, a mí me pasó lo del Apóstol Tomás quien no dio crédito a la resurrección de nuestro Señor hasta que palpó sus heridas físicas y, finalmente, tuvo que creer. De nosotros depende tomar las medidas preventivas de manera oportuna, o quedarnos para siempre en el terreno de la vulnerabilidad.
