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El olvido del campo colombiano

“A uno de campesino no le reconocen el trabajo, no le queda nada sino apenas el cansancio”: Rosa Alvarado

Por: Juan Manuel Rodríguez y Lluly Poveda. 8vo. Semestre

Boyacá es uno de los departamentos donde más se cultiva papa, y según el Ministerio de Agricultura en el plan de ordenamiento para la papa de 2019, “En Colombia se cultiva papa en once departamentos, pero sólo cuatro de ellos, Cundinamarca, Boyacá, Nariño y Antioquia concentran alrededor del 90% del área cultivable y de la producción”. A pesar de esta situación, los campesinos no reciben una remuneración adecuada, como sucede en la Vereda Santa Bárbara del Municipio de Combita, Boyacá.

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La principal fuente de ingreso del municipio es la papa; sin embargo, no es el único alimento que se da en este territorio, donde también se produce haba, arveja, maíz, mora, curuba, entre otros, que no son bien pagados. Rosa Saavedra, habitante de este sector se lamenta por la situación: “Toca llevar los productos a la plaza muy temprano, en particular el grano que es de madrugada y debe estar bien escogido o no lo compran. Lo otro es que los comerciantes casi no le compran a uno el grano hasta que no sean los terceros o intermediarios, porque como no vamos seguido, entonces no nos compran los productos a nosotros”.

Los habitantes de este municipio deben venderles sus productos a intermediarios, porque los comerciantes no se los compran directamente, situación que se ha venido saliendo de control, porque como comenta la señora Rosa: “La cosecha a veces se vende barata porque nadie la compra”, y es que, el bulto de papa puede llegar a costar aproximadamente entre 60 mil o en casos extremos 80 mil pesos en las grandes ciudades, pero a los campesinos les pagan solo 20 mil pesos. Como lo menciona Silvano Saavedra, cultivador: “la papa es lo que más se produce en el campo y que menos se demora en dar frutos”; sin embargo, es muy mal pagada por los terceros, frente a esto él considera que ser independiente no es factible, comenta que: “es complicado que por acá compren los productos del campo, por eso toca sacarlos a las plazas”.

Gracias a los precios tan altos de la papa que se derivan de la especulación de los intermediarios, la ciudadanía en general se ha visto afectada, como es el caso de Sandra Milena, ama de casa: “los precios de la papa que manejan los supermercados son a veces escandalosos, pues es un alimento fundamental en muchos hogares y es difícil dejar de comerla, así como gastar de más para tenerla en los platos”.

Además de la papa, en este pueblo y en lugares aledaños se comercializa con leche queso. Según Rosa Alvarado, habitante del sector que se dedica a esta producción, comenta que la forma de comercializar estos alimentos es vendiéndoselos a los vecinos que viajan a Bogotá, que a su vez los venden en las plazas de la capital. Rosa piensa que el precio sigue siendo bajo en comparación a como los terceros lo venden, quienes le pagan a 3.500 pesos, que en la ciudad los comercializan por un valor de 6.000 a 7.000 pesos aproximadamente, precio que varía dependiendo del tamaño del producto.

Según Jhonatan Ruiz, profesor de ciencias políticas de la Universidad Pedagógica de Bogotá: “No creo que a los campesinos les paguen de manera justa su labor (…) junto con el capital que se invierte para un producto de canasta familiar (…) no se miden primero las necesidades del campesino, segundo tampoco se miden los costos que tienen los insumos o la mano de obra”. 

La señora Rosa, habitante de esta vereda, señala que el gobierno no les ha ofrecido garantías frente a sus productos. “Sale por radio, sale por televisión que hay muchas ayudas, muchos ingresos para el campesino, pero hasta la presente, a la pobrería no nos llega nada, a los únicos que les dan o les llegan esas ayudas es a los que más tienen, pero a uno de pobre no le llega nada. Así vaya a reclamar nos dicen que no porque no tenemos siembras de mucha cuantía, de varias semillas, que entonces eso no paga la ayuda, entonces del gobierno no estamos esperando nada ni nos ha llegado nada hasta la presente”.

Según el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, CELAG, en 2017, “Colombia en general se caracteriza por sus elevados niveles de desigualdad en la distribución del ingreso, por la falta de acceso a derechos básicos y por la precariedad laboral, realidades que se potencian en el sector rural. Por ejemplo, en 2016 la pobreza monetaria en el país se ubicó en el 28%, pero en el campo ascendió a 38,6%. En otras palabras, en el campo, 4 de cada 10 personas se encuentran en situación de pobreza y 1 de cada 5 en condición de pobreza extrema”.

“Eso a uno de campesino no le reconocen el trabajo, no le queda nada sino apenas el cansancio”, se lamenta la señora Rosa. Sus palabras reflejan el estado de vulnerabilidad y abandono por parte del Gobierno de Colombia, respecto de la población campesina.

“El gobierno siempre tiene como estrategia subsidiar las cargas de papa, las cargas de café, etc., pero es bueno y es malo. Yo creo que lo ideal sería que quitaran eso de las semillas, que toca que tú pagues por las semillas; ese tipo de registro no creo que debería ser el ideal. Adicional a eso, debe crear programas de tecnificación de cultivos, uso de suelos, capacitar al campesino para que sea competitivo, y no solo darle plata para subsanar sus necesidades por un momento, sino para volverlo competitivo, porque eso es lo que hace el gobierno, solo dar bonos”, comenta Marcela Grisales, administradora de empresas de la Fundación Universitaria Monserrate (Unimonserrate). 

Una de las posibles soluciones que plantea Grisales es la creación de asociaciones campesinas para fomentar la venta directa de los productos y eliminar los intermediarios: “Lo ideal es que se creen asociaciones de campesinos donde se trate de nivelar el precio del costo que ellos tienen para que puedan vender de la misma manera, sacando a los intermediarios, que al fin y al cabo son los que tienen una mayor ganancia en toda la cadena productiva agrícola”. 

La otra cara del campo es que sus habitantes también sufren dificultades de salud, como la señora Rosa Alvarado que dejó de hacer quesos: “porque se me dormían las manos y me dolían mucho”. Ahora solo vende la leche, que le ha significado una disminución en sus ingresos económicos. Considera que ser independiente es complicado en su situación ya que no tienen apoyo por parte del Gobierno.

Foto tomada de boyaca7dias.com.co. Tomada de https:// boyaca7dias.com.co/2019/10/08/papa-un-cultivo-que-empobrece-a-pequenos-agricultores/

Ruiz afirma que la cantidad de tierras productivas para los pequeños campesinos ha disminuido, pues las leyes, según afirma, están a favor de los grandes productores y no de los medianos o pequeños productores, propiciando que entren en pérdidas gracias a las enormes deudas que han adquirido: “El terreno de los campesinos ha venido en una bajada, porque las leyes están a favor de los grandes productores y no del mediano y del pequeño. Se trata de una de las mayores pérdidas para el campesinado en Colombia. 

Según el Censo Nacional Agropecuario, CNA, de 2014, en Colombia del total del área rural censada, el 40,6% era de uso agropecuario. Del 100% de la zona rural censada, el 80,5% se destinó para pastos. El 19,1% para uso agrícola. El 82% se destinó para cultivos. El 15,6% eran tierras de descanso, lotes ocupados por cultivos, pero que en realidad no cumplen esta función, en donde han transcurrido entre uno y tres años continuos desde la última siembra. El 2,4% eran Barbecho, superficie de tierra que ha sido cultivada en el último año y que se encuentra en reposo temporal. Del total de las tierras cultivables, el 74,8% eran de cultivos permanentes, el 16% eran cultivos transitorios y el 9,2% eran cultivos asociados.

El segundo tomo del Tercer Censo Nacional Agropecuario, de 2016, asegura que en Colombia de toda el área rural censada, el 38,6% era de uso agropecuario, el 80,0% corresponde a pastos y rastrojos, tierras que fueron cultivadas, pero han transcurrido más de tres años desde el último cultivo y presentan vegetación de tipo arbustivo. El 19,7%, pertenece a tierras con uso agrícola; y el 0,3% está ocupado con infraestructura agropecuaria. Del total de la tierra agrícola, el 83,9% corresponde a cultivos, el 13,6% para áreas en descanso; y el 2,5% para áreas en barbecho.

Los Tratados de Libre Comercio,TLC, han afectado al campo colombiano. Se trata de convenios bilaterales y multilaterales para la exportación e importación de productos. Para el Sistema de Información del Comercio Exterior, SICE, en el caso de Estados Unidos las conversaciones comenzaron en 2006 y el acuerdo se firmó en 2011. De acuerdo con el Ministerio de Comercio, este TLC: “Inicialmente beneficia a los sectores exportadores porque podrán vender sus productos y servicios en condiciones favorables en el mercado estadounidense”.

Ruiz afirma que los campesinos se han visto afectados por la industrialización, de la que indica ha sido la causante del alza de los precios de la materia prima, y que en estos momentos se debe pensar cómo lograr una buena remuneración para reconocer el trabajo de los campesinos:

Foto de Luis Acosta AFP. Tomada de https://www.dw.com/es/por-qu%C3%A9-en-colombia-las-papasse-est%C3%A1n-regalando-o-vendiendo-a-precios-tan-bajos/a-5554511

“La industrialización ha sido un gran golpe para este grupo social, en Europa y en Colombia, y en este caso podríamos hablar de industrialización tardía. Con la industrialización llega la transformación de la materia prima que no se vuelve la base fundamental de un mercado, sino hasta cuando se dan las condiciones para la creación de industrias, cuando estos productos adquieren un mayor valor por el simple hecho de dejar de ser materias primas para convertirse en bienes de uso y de consumo altamente tecnificados. Por eso es fundamental pensar cómo lograr una buena remuneración para reconocer el trabajo de los campesinos dentro de este sistema industrializado”. 

Como continúa mencionando el artículo de CELAG frente al abandono del campo colombiano, señala: “un documento elaborado por el propio Departamento Nacional de Planeación menciona que los Tratados de Libre Comercio realizaron una contribución prácticamente nula al aumento y diversificación de la canasta exportadora de productos agropecuarios, mientras que por el contrario implican un crecimiento y diversificación de las importaciones que desplazaron a la producción local”.

Frente a los TLC Marcela señala: “depende del TLC que miremos para saber si es bueno o malo. Para el campesino la mayoría de los productos y fertilizantes son traídos del exterior, y el precio del dólar para nosotros resulta bastante alto porque nuestra moneda está cada vez más devaluada frente al dólar. Considero que los TLC son buenos cuando jugamos en igualdad de condiciones, cuando tenemos los mismos privilegios y podemos ser competitivos en el mercado”. En este caso los campesinos no juegan en la misma sintonía que las empresas extranjeras por lo cual no están en igualdad de condiciones, provocando pobreza en estas zonas de Colombia.

Cultivo de papa, Municipio Cómbita, Boyacá. Foto: Paola Alvarado

| Nota del editor *

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